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MARÍA RIEGA COMPADRE | Trabajadora social y mediadora familiar, impartió un curso en Avilés

"Todos los niños pasan un duelo cuando se produce la separación de sus padres"

"Al comunicar un divorcio, los progenitores deben hablar a sus hijos con claridad y utilizando un lenguaje adecuado a su edad y comprensión"

María Riega Compadre, ayer, en el Centro del Profesorado y Recursos. M. V.

María Riega Compadre conoce bien los efectos que un divorcio provoca en los niños. Es trabajadora social, mediadora familiar e integrante del proyecto Sumando, que desarrolla el programa "Adaptándonos: dos casas una familia", de intervención psicoeducativa tras una ruptura de pareja. Ayer acudió al Centro del Profesorado y Recursos Avilés-Occidente para impartir una sesión a profesores y orientadores.

-¿Cómo viven los hijos el divorcio de sus padres?

-Los niños pasan un duelo cuando se produce la separación de sus padres. Todo cambia para ellos, incluso en las situaciones más benévolas. Las dinámicas familiares son distintas, pasan de un padre a una madre en diferentes momentos y por separado. Además, esa época viene precedida de una situación emocional en casa que no es la más adecuada, incluso cuando se gestionan bien las cosas.

-¿Una separación afecta por igual a un niño pequeño que a un adolescente?

-Da igual que se produzca a los 5, los 10 o los 15 años porque a medida que van creciendo tienen que ir reelaborando la separación: padrastros, hermanastros, casas diferentes... Es un trabajo emocional que no tiene por qué ser un problema para los niños. Hay que hacerlo, y si se gestiona de manera adecuada, niños y familia salen adelante.

-Pero... no siempre se maneja bien.

-El problema no es el divorcio, sino la mala gestión del mismo. Actualmente es una situación muy normal y los niños crecen viendo muchos tipos diferentes de familia y circunstancias distintas. Por ello, ya es hora de que los adultos nos pongamos las pilas y respondamos a las necesidades reales de los niños. Necesitamos saber acompañar esos momentos.

-En este proceso, el profesor tiene un papel fundamental

-Pongamos un niño que iba bien y se relacionaba perfectamente con sus amigos, pero, de repente, en el recreo quiere estar pegado a su maestro; está triste, enfadado, o actúa de manera inadecuada. Si el profesor entiende de manera aislada esos comportamientos y no los ubica en lo que está pasando emocionalmente detrás, puede responder de una manera. Por el contrario, si comprende lo que puede suceder, actúa de otra forma. Necesitamos reinterpretar las necesidades de los niños en la etapa del divorcio.

-¿Qué se pretende conseguir con unidades formativas como la que está impartiendo?

-Entrenar el ojo, ponernos unas "gafas" diferentes. Sirven para distinguir niños que están en duelo porque ha fallecido un familiar, los que vienen de una adopción o acogimiento familiar, los que están en un programa de protección, los que viven una separación o divorcio, o niños que están atravesando circunstancias difíciles en su casa aunque la familia esté intacta. Esas gafas nos ayudan a ver qué hay detrás del comportamiento del niño. Hay buenas prácticas relacionadas con la comunicación, con la escucha, con el buen trato que hacen que los profesores enganchen y muchas veces ejerzan un papel privilegiado, de estar cerca de los niños y de llegar a los padres.

-¿Es conveniente que una familia informe al tutor de la situación que se vive en casa?

-Me parece importante que se forme un buen equipo. Familia y escuela tenemos que trabajar conjuntamente. Dar la información suficiente a los profesionales ayuda para que los profesores se pongan las "gafas" y estén atentos.

-¿Ante una situación así, se tiende a sobreproteger al niño y a ser muy permisivo con él?

-Los niños necesitan aprender a resolver conflictos, no les debemos poner todo en bandeja, pero es inevitable que seamos un poco permisivos. Lo ideal es que los padres lleven unas mismas pautas educativas, un mismo camino, aunque a veces es imposible. La crianza cooperativa es la ideal, pero en ocasiones tenemos que defender la crianza en paralelo. En casa de papá haces lo que te diga él; en la de mamá, lo que diga ella. No es el proceso perfecto, pero se eliminan muchas culpas y los niños saben a qué atenerse.

-Superado ese duelo, ¿los niños salen reforzados?

-Salen reforzados si los adultos les hemos ayudado y enseñado las herramientas adecuadas; también pueden salir mal parados. Afortunadamente, las personas somos resilientes, sabemos salir adelante. Para ello, los profesionales tienen que poner su grano de arena y facilitar la vida a los niños.

-¿Cómo deben informar los padres a su hijo del divorcio?

-Tiene que primar la claridad. No se trata de decir toda la verdad, pero los niños tienen que tener claro cómo va a ser su vida, si van a dormir en una casa u otra, o si van a ver a papá hoy o la semana próxima. Necesitan saber a qué atenerse. El lenguaje tiene que ser adecuado a su edad y comprensión. Esa conversación no va a ser suficiente. Al cabo de un tiempo va a necesitar otras explicaciones. Lo que le valió con tres o cinco años, no le vale con ocho. Los niños siguen fabulando, teniendo sus ideas. Los padres tienen que ser fuente de seguridad para los hijos y seguir asumiendo las responsabilidades parentales.

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