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El entrecocido de Cantos

Estrella Blanco y Miguel Sierra llevan 36 años al frente de El Cazador, un local que es un seña de identidad en el barrio

Miguel Sierra y Estrella Blanco, en el bar El Cazador de Jardín de Cantos. RICARDO SOLÍS

Estrella Blanco era casi una cría cuando se trasladó de Allariz, en Orense, a León para trabajar. Allí conoció a Miguel Sierra, de un pueblo cercano a Villamanín. Casi sin darse cuenta llegaron a Avilés por motivos laborales.

En la ciudad él trabajó para la empresa de montajes Somoyco, en una carnicería y en un bar de Versalles. En un momento dado y con el pronóstico desfavorable ambos decidieron abrir un bar que ahora y después de 36 años detrás de la barra se ha convertido en una seña de identidad en Jardín de Cantos. El Cazador -como así se conoce el local, aunque no hay ningún letrero que lo identifique- lleva mucho tiempo dando de comer a paladares selectos que degustan lo que hay en la "pota", no en la carta. ¿El plato estrella? "El entrecocido", dice Estrella Blanco, que tiene 65 años, 20 menos que Miguel.

El entrecocido, por cierto, es el plato típico de la matanza leonesa. Y es que Miguel Sierra es tan hostelero como cazador.

"Cuando abrimos en 1982 trabajamos mucho. Ahora el barrio ha caído en picado. Hay pocos vecinos y muchas casas en venta", manifiesta Estrella Blanco, que lleva tiempo pensando en la jubilación pero se resiste a cerrar las puertas de un local que se mantiene intacto pese al paso de los años. "Aquí mis hijos se criaron haciendo los deberes mientras nosotros hacíamos chorizos", recuerda esta mujer que es la madre de Javier y de Miguel. Este último es emperador más allá de los mares de la cocina asturiana, sobremanera de la repostería. Sin ir más lejos hace unos días estuvo en Santo Domingo (República Dominicana).

"Llevamos tiempo pensando en cerrar pero nos resistimos. Desde críos no sabemos hacer otra cosa que trabajar", confiesa esta pareja que aún sirve lo que hay en la "pota" a grupos fijos varios días a la semana. En El Cazador hay cuatro mesas y una barra que cruza el bar de la puerta a la cocina. Por las paredes, recuerdos de una vida; sobre la barra, platos de jamón, cecina...

"Hasta hace poco Miguel bajaba todos los jueves a León a por embutido. Ahora ya no puede conducir", confiesa Estrella Blanco, el corazón de un barrio que bombea en la calle de La Xana, a solo unos pasos del centro social.

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