"No nos damos cuenta de lo mucho que hemos ganado todos los europeos, y desde luego los españoles, con nuestra integración con Europa. Los vuelos en mi juventud eran totalmente restringidos a las clases pudientes, hoy cualquier joven se va a pasar un fin de semana a Londres. Son conquistas de las que debemos tomar nota y estar orgullosos". Europeísta convencido, el exeurodiputado Francisco Sosa Wagner repasó ayer los logros de la Unión, y también los retos pendientes, con el tachón que supone el Brexit como telón de fondo. Participaron en la ponencia el secretario del Consejo Asturiano del Movimiento Europeo, Teófilo Rodríguez, y el director del Centro de Servicios Universitarios, Fermín Rodríguez. Ambos estuvieron también en otra sesión, con estudiantes, en el que alumnos "Erasmus" repasaron lo que significa para ellos la Unión.

En opinión de Sosa Wagner, lo que hace que la Unión Europea funciones de forma deficiente e inestable son las tensiones que se están produciendo en algunos países importantes. Más allá de la "conmoción" que supone la salida de Gran Bretaña, Polonia y Hungría están cada vez más separados de los valores constitucionales. "Es muy difícil tratar este tipo de actitudes levantiscas por parte de los estados. Hay que utilizar los mecanismos para impedir o suspender los derechos de voto en el consejo de ministros y en el Parlamento Europeo, no se puede permitir que un país se niegue a cumplir obligaciones y exigencias básicas del funcionamiento de la Unión Europea", aseguró el exeurodiputado.

Otras tensiones son las que se viven en Francia y Alemania, con las elecciones en el punto de mira. "En Alemania, mi alegría como europeísta sería que el SPD (Partido Social Demócrata) pasara por encima de la Democracia Cristiana, eso acabaría con el mandato de la señora Merkel". Y aclaró que Angela Merkel "ha tomado una actitud extremadamente peligrosa, pretende reconstruir el Sacro Imperio Románico Germánico". En Francia, el deseo de Sosa Wagner es que gane Macron, "el único que está haciendo un discurso claramente europeísta".

Los estudiantes "Erasmus", procedentes de diferentes países, explicaron cómo, en muchas ocasiones, nunca reflexionaron en el valor de la Unión Europea hasta que se embarcaron en este programa educativo, y se vieron en la necesidad de cruzar fronteras y culturas. "Lo ves como un espejismo hasta que note planteas salir a otro país", confesó una de las participantes. Las experiencias que contaron los "erasmus" fueron de lo más diversas, incluida la de una joven de Rumanía que explicó cómo era vivir en el comunismo: "Nos levantábamos a las cuatro de la mañana para hacer la cola y comprar la leche, que no siempre llegaba. En mi ciudad, de 350.000 habitantes, había unos 1.000 coches. Y la educación era de tipo militar, los maestros nos pegaban, y fuerte". No es de extrañar que luego, cuando con 21 años fue a Francia, se pasara el tiempo llorando, tanto por los productos insospechados que veía en los escaparates como en los productos en buen uso que veía tirados junto a los contenedores. "Hay muchas cosas que se ven de otra forma desde la otra frontera".