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Jazz ecléctico de gran kilometraje

El pianista Richi Fuentes, que tocó en Lisboa, Liverpool y Madrid, colabora ahora en un proyecto musical para discapacitados

Richi Fuentes, en la calle Carreño Miranda. RICARDO SOLÍS

Richi Fuentes era un crío cuando tocó por primera vez una tecla de un piano allá por los años sesenta. Fue alumno de Manolita Malgor y, con ella, aprendió a amar la música. Ha llovido desde entonces, pero el artista sigue en el negocio con ganas e ilusión. Tiene un vasto currículum musical y un kilómetraje como un camión de reparto internacional. Su viaje comenzó en Madrid en los primeros años ochenta, donde finalizó sus estudios de piano y también descubrió la noche y su ambiente. Tres décadas después, sigue participando en diversos proyectos, grabó recientemente la banda sonora de un documental y también participa en un taller musical con discapacitados en Madrid.

Sus primeras andanzas en la capital de España fueron en el barrio de Malasaña. La sala "Elígeme" era un lugar de encuentro de músicos como Krahe y Sabina y también de Javier Batanero. Precisamente, con este último, Fuentes comenzó a dar sus primeros pasos. Tras un tiempo en la capital, un productor portugués, Joni Galbao, se fijó en el avilesino y se lo llevó a Lisboa. "Grabé la música de los cuentacuentos de Disney que se escuchaban en cassette", comenta, al tiempo que recuerda una gira europea que hizo junto a la cantante lusa Lena d'Agua. En Lisboa, pasó tres años de su vida y decidió cambiar de nuevo su residencia a Madrid porque le había llamado el Ramoncín de los ochenta. Le quería a él y a su piano para hacer una gira con disco en directo, "Al límite vivo y salvaje". "Teníamos una banda potente", expresa.

Pronto se dejó llevar por el jazz, una de sus pasiones, y formó parte de "Clónicos", música experimental que incluía también la electrónica. Era música contemporánea. Grabó dos discos y cuando el trabajo brillaba casi por su ausencia a mediados de los noventa, un amigo suyo, Andrew Coleman, le llamó para ser pianista residente en un restaurante de lujo en Liverpool, el Liceum. "Fui a probar y me quedé quince años", dice entre risas. La ciudad inglesa despertó en Fuentes algo especial.

Dio clases de piano a niños invidentes, compartió escenario con "China Crisis", tocó versiones de "Simon and Garfunkel" y siguió sin descanso. Volvió a España y grabó melodías para publicidad, para el documental "Misiones pedagógicas" de Gonzalo Tapia. Comenzó a colaborar con "Los Linces" y Sarah Quist, un grupo de versiones de Janis Joplin, "Bloody Mary". A su vez, en Madrid, montó un trío en homenaje a uno de los grandes del jazz, Bill Evans, "Home to Bill Evans" y ahora participa en un proyecto "Con la música a otra parte" con discapacitados, niños y adultos, en Madrid. Y es que desde que comenzó a tocar con ocho años, su vida musical ha sido un viaje constante y ecléctico en estilos que no tiene pinta de parar.

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