La educación de los alumnos del instituto Menéndez Pidal trasciende los límites de las aulas. Por un lado, los estudiantes de segundo de Bachillerato de Artes exponen estos días los trabajos realizados sobre los "ismos", tendencias como el dadaísmo o el futurismo, en las asignaturas de Dibujo y Fundamentos del Arte. Por otro, los jóvenes que cursan los ciclos formativos de Gestión de Ventas y Actividades Comerciales recorren los comercios de la comarca para recoger los artículos donados que formarán parte del tradicional mercadillo solidario que organizan cada año en el mes de junio. Ambas actividades son un ejemplo de formación práctica que se complementa con la recibida en el aula.

La sala de exposiciones del único instituto de Avilés con Bachillerato artístico acoge una colorista muestra con obras que reflejan la visión que los futuros artistas tienen del futurismo, el dadaísmo, el impresionismo, el fauvismo, el cubismo y el surrealismo. Estos trabajos son interpretaciones individuales de algunos de los anuncios más populares de la televisión: Once, Lotería, Ikea o Casa Tarradellas. Las profesoras de estos jóvenes propusieron traducir al lenguaje del arte los mensajes que lanzan estas firmas comerciales siguiendo las singularidades de cada uno de los ismos motivo de estudio.

Bajo la supervisión de Elvira Barrio Vega, profesora de Dibujo, invirtieron sólo dos días en cada obra, señalan los estudiantes, que al unísono manifiestan cierta preferencia hacia el dadaísmo "por su crítica social y la técnica más libre".

Frente a la propuesta artística desarrollada por este grupo de estudiantes, los 31 alumnos de primer curso de los ciclos formativos de grado medio y superior de Comercio han llevado a cabo un trabajo que comenzó con la visita a unos 300 comercios de Avilés, Corvera y Piedras Blancas. Organizados en grupos, acudieron con una carta de presentación que explica la organización de un mercadillo solidario y recortes de prensa con artículos de ediciones pasadas que refuerzan la veracidad del mismo, explica el profesor Marcelino Corredor, coordinador del proyecto.

El paso siguiente consistió en recoger las donaciones que, una vez en las dependencias educativas, los jóvenes ordenan, catalogan y marcan precios. Por último, en junio montarán el rastrillo que abrirá sus puertas en El Atrio entre los días 5 y 12. Entonces, atenderán al público y cobrarán las ventas. "Esta actividad tiene un doble fin, sirve a los jóvenes como una primera toma de contacto con el mundo del comercio y el dinero recaudado será donado a una ong local", concluye el docente.