Cuenta la historia que cuando Pedro Menéndez, el marino avilesino, estaba en plena campaña de La Florida -donde luego fundó San Agustín- contra los hugonotes franceses, a los únicos que dejaba vivir tras ser apresados era a aquellos que eran músico. Así se conocía a los avilesinos en Asturias: los músicos. Y la música es uno de los ingredientes fundamentales de las fiestas del Bollo, que ayer vivieron su inauguración oficial con la gala de presentación de aquellas llamadas a ser la máxima representación de la ciudad: la xana y la xanina y sus respectivas damas de honor. La presentadora de la ceremonia, Elena de la Fuente, recordó la anécdota del conquistador avilesino para asegurar que sería imposible "imaginar" cómo sería el Bollo "sin los pasacalles, las muñeiras, los xiringüelos y los acordes de nuestra música tradicional".

A la cita en el teatro Palacio Valdés acudió un buen número de personas, sobre todo amigos y familiares de las grandes protagonistas de la cita. Carmen Pérez, de 8 años, es la xana de este año. Estudiante del colegio Quirinal. "Me ha hecho mucha ilusión y mucha felicidad salir elegida", afirma la pequeña, nacida en León. Le gustan los idiomas y la música, sobre todo la flauta y el violín. Asegura que va a disfrutar mucho de las fiestas, sobre todo de la Comida en la Calle. Tamara Luna, la xana, comparte con Pérez que era la primera vez que se presentaba al sorteo. Y salió elegida.

La sotobarquense, de 17 años, estudia bachillerato tecnológico en el IES de Pravia. Toca el piano y la batería y, además, baila hip-hop. "Es un cargo importante", asegura orgullosa antes de que la concejala de Festejos, Ana Hevia, le impusiera la banda. Junto a ellas estaban las damas de honor de la xanina: Ainhoa Chao, Silvia Suárez, Alicia Velasco, Lucía García, Nerea Souza y Ariadna García, y las acompañantes de la xana: María del Carmen López, Sara María Ramírez, Claudia Galán y Sofía Rodríguez.

Durante la gala, en la que actuaron el grupo "La Mar de Música", el ballet "Teresa Tessier" y el coro "Amigos de Sabugo", se puso de relieve el espíritu de fraternidad, concordia y reconciliación con el que nació las fiestas del Bollo, en el año 1893. Entonces, la ciudad estaba enfrentada por la llegada del ferrocarril y el médico Claudio Luanco reunió a otros filántropos de la ciudad para idear un acto que permitiera "cerrar las antiguas heridas que no cicatrizaban". "La idea fue hace una fiesta de fraternidad y folixa que reconciliara a todos los avilesinos", comentó la presentadora.

También se recordó el origen de la Comida en la calle, promovida por la actual alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, cuando hace 25 años ocupaba la concejalía de Festejos: "Una idea que recuerda el pasado, concretamente a la Edad Media, en la que fueron muchos los que recalaron en Avilés, atraídos por los privilegios de la villa". Así, los avilesinos convidaban a una comida a los nuevos vecinos tras obtener la Carta de Vecindad, que daba todos los derechos del Fuero al nuevo residente. "Así, además de los asturianos llegados de los montes, los valles y pueblos circundantes, Avilés se abrió a gallegos, vascos, castellanos y más gentes que enriquecieron nuestra cultura y dieron lugar a lo que somos ahora", aseguró De la Fuente.

La concejala de Festejos, Ana Hevia, tomó la palabra tras imponer las bandas a las nuevas embajadoras de la ciudad. "El Bollo representa la realidad de una ciudad que se distingue por un modelo de convivencia integrador y cohesionado, por esa capacidad innata que siempre nos ha identificado para afrontar el futuro desde la unidad y el entendimiento, y por su impronta para avanzar emprendiendo nuevos retos colectivos. Nuestra historia milenaria así lo demuestra", destacó. Hevia comentó que esos valores los encarnan la xana, la xanina y las damas de honor: "Los jóvenes son nuestro principal activo de futuro y en quienes depositamos nuestra confianza y nuestros grandes desafíos. Porque una ciudad que no apuesta por sus jóvenes, que no cree en sus capacidades y no les ofrece nuevas oportunidades con la misma determinación que se enorgullece y apoya en la experiencia y capacidad de sus mayores, es una sociedad sin expectativas de futuro", apostó.