A Cristina de la Torre Fernández, el mundo se le vino encima con tan solo 16 años. La tarde de aquel 3 de julio de 2013 sólo sabía a verano prometedor y a doble sesión de cine con sus amigas: "Monstruos S. A." y "University". Pero antes debía pasar por el hospital. Se sentía muy cansada. Aquellos moretones habían hecho saltar las alarmas. Y ya no hubo cine, ni viaje al sol, ni verano. Se quedó en el Hospital Universitario Central de Asturias durante 34 días: leucemia.

La joven Cristina de la Torre tiró de fuerza, valentía y optimismo para afrontar la dura prueba. Convirtió en terapia su propia voz contando la evolución de la enfermedad en un blog. "Miparentesis.com" fue su ventana al mundo. "Sé que esto es una pequeña piedra en mi camino y también sé que voy a salir de ésta más fuerte y viendo la vida de otro color", escribía entonces.

Dicho y hecho. La joven se ha recuperado de la leucemia, estudia Psicología en la Universidad de Oviedo y da por cerrado aquel e paréntesis. Ahora, ya fuerte, colabora con la asociación juvenil Learn & Fun, que impulsa un proyecto para concienciar sobre la importancia de la donación de médula. "Tú puedes salvar la vida de una persona", repite la universitaria, que contará su experiencia en varios centros educativos de Avilés para acabar con los tabús sobre la enfermedad y concienciar sobre la donación.

"¿Que tengo leucemia? Se me vino el mundo abajo, no me lo podía creer, ¿por qué a mí?", pensó la entonces estudiante de las Doroteas cuando su tío Manolo le confirmó que tenía cáncer y que debería comenzar inmediatamente el tratamiento. Ese fue el punto de partida de una enfermedad que la hizo madurar de golpe y mirar la vida con otros ojos en plena adolescencia.

El tratamiento comenzó con 34 días de ingreso. Sus hermanos, los gemelos Javier y Jorge, le propusieron poner en marcha un blog, conocedores de la afición a le escritura de Cris. "Me dijeron que contar mi historia podía ayudar a otra gente que estuviera pasando por lo mismo que yo. No podía salir de la habitación del hospital, así que empecé a escribir para no aburrirme. Vi que lo que publicaba tenía bastante repercusión, el contador de visitas iba creciendo y me escribía muchísima gente, familiares, conocidos y también niñas que estaban pasando lo mismo que yo, o sus madres", relata.

Su blog tuvo una gran repercusión. "Quería que la gente que estaba pasando por lo mismo que yo se sintiera identificada y que mi testimonio le sirviese de ayuda. Para mí fue muy importante Nuria, una amiga de mis hermanos que también había pasado por lo mismo que yo. Fue como mi ángel de la guarda. Me parecía ridículo que hablar de la leucemia fuese como un tema tabú, siempre hablé de mi enfermedad con total naturalidad, lo que no soportaba es que te miraran con cara de pena, eso lo odiaba", explica. Entonces Cristina no pensaba más que en las continuas sesiones de quimioterapias (estuvo nueve meses con tratamientos). "Contactar con la gente a través de internet en plena desconexión con el mundo me vino muy bien", asegura.

La adolescente fue relatando en "miparéntesis.com" cómo se hizo "an de las "pequeñas grandes cosas", cómo despidió 2013 con palomitas en vez de con uvas, cómo fue aquella primera salida del hospital tras 34 días de ingreso -"como una actriz que llegaba al estreno de su película"-, cómo añoraba las patatas con bechamel de su abuela, cómo pese a las adversidades era "la chica más feliz del mundo". Y el contador iba subiendo y subiendo.

Dicen sus amigas que Cristina es "el osito amoroso pegajoso". Extremadamente cariñosa, durante el tratamiento no pudo recibir ni dar un beso, ni un abrazo. "Eso fue muy duro. Lo necesitaba, y más aún yo, que siempre fui como una lapa", dice. Así fue aprendiendo a pasar de chorradas, a valorar las risas, la familia, los amigos... a relativizar.

En este tiempo ha visto como otros niños y adolescentes con los que compartió convalecencia no consiguieron superar la dura prueba de la leucemia. "Cuando ves esa realidad te das cuenta de muchísimas cosas. Vamos mucho a lo nuestro y la gente necesita ayuda. Me di cuenta de la necesidad de donar sangre, plaquetas, médula. Hubo días que no me podían poner una bolsa (de sangre) porque no había en Asturias y eso me cabreaba muchísimo. Hubo compañeros que se quedaron por el camino, todos somos unos campeones", prosigue.

La joven Cristina también vivió en carne propia la espera por una donación de médula. Sus hermanos no eran compatibles y cuando su madre Luisa se iba a convertir en la tercera madre donante de médula a su hija de España (con un 50% de compatibilidad, un porcentaje muy bajo) ante la ausencia de donantes, apareció una mujer francesa. "¡Iba a salvar mi vida una francesa que no tiene nada que ver conmigo!", subraya.

La joven de Salinas no tuvo que someterse finalmente al trasplante porque los especialistas optaron por un nuevo tratamiento de quimioterapia. Y funcionó. El 11 de abril de 2014 Cristina estaba recuperada. Y entonces, la montaña rusa de emociones frenó en seco. "Cuando me dijeron que ya estaba bien fue cuando me vine abajo, pasé una época con mucho miedo a la recaída. Durante la enfermedad estaba tan obsesionada con ser fuerte que no me permitía flaquear. Es algo normal, por algún lado tiene que salir todo; pasar una leucemia es una noticia muy dura de asimilar", relata la universitaria, que cuenta los días para comenzar el Erasmus que la llevará a Roma el próximo curso.

El 2 de julio de 2014 escribió la última entrada en el blog. "He cumplido todo lo que me propuse. Aprobé el curso, aprobé la PAU y, sobre todo, aprobé la prueba tan difícil que el 3 de julio me pusieron. Todo ello con nota", tecleó. En esas líneas son todo agradecimientos, mensajes pro donación y guiños de optimismo. "Ánimo para todos aquellos que estamos luchando por lo mismo, por vivir y ser felices. Somos invencibles y lo vamos a demostrar. Nada ni nadie podrá con nosotros". Lo firma "la chica con más ganas de vivir del mundo", que da por cerrado su paréntesis y ahora se abre a la vida.