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Aislados en Cuenca para aprender inglés

Un docente irlandés afincado en Avilés coordina un campamento en un pueblo manchego deshabitado donde no se puede hablar español

Participantes en uno de los campamentos.

C. G. MENÉNDEZ

Aprender inglés sin clases, ni libros, ni exámenes en un antiguo monasterio español reconvertido en un complejo hotelero de 25.000 metros cuadrados, a su vez transformado en un pueblo inglés. El programa The Village, impulsado por avilesinos, permite a jóvenes de 8 a 17 años viajar al extranjero sin salir de España ya que el hotel Cueva del Fraile, situada a siete kilómetros de Cuenca y rodeado de 73.000 hectáreas de bosque, cambia durante el mes de julio su estética habitual para acoger en cada una de las quincenas a doscientos jóvenes que a través de actividades de deporte y ocio, y de forma natural, practican la lengua extranjera.

En pleno parque natural de la Serranía, el colegio San Fernando y el centro Ireland Idiomas desarrollan desde hace cuatro años un proyecto que ha cambiado la forma tradicional de entender el aprendizaje del inglés. En este espacio situado en plena naturaleza, los participantes -divididos en dos grupos: kids (de 8 a 12 años) y teens (de 13 a 17)- aprenden hablando. "En The Village sólo se habla inglés", indica con rotundidad Michael O'Connell, uno de los impulsores del programa al que se suman, principalmente, niños y adolescentes de Asturias, Madrid, Castilla-La Mancha, Canarias y Baleares. Atraídos por su singularidad, también recibe jóvenes de Italia y Francia.

Los objetivos de este nuevo concepto de aprendizaje son: diversión, seguridad, bienestar y hablar en inglés, señala el profesor irlandés residente en Avilés desde hace más de dos décadas. La clave de este planteamiento educativo está, dice, "en contar con un coach (monitor) por cada cinco participantes durante las doce horas del día, en las comidas, deportes, juegos y actividades", convirtiendo The Village en un "programa de inmersión lingüística que está supervisado y avalado por la Universidad de Cambridge".

Estos monitores, comenta, son jóvenes procedentes de diferentes países anglosajones, por tanto con acentos muy dispares. También los hay españoles con un nivel de inglés C1. "El año pasado hubo hasta nueve acentos distintos, además del de los coaches españoles bilingües", explica O'Connell, para hacer referencia a sus destrezas. "Son deportistas, músicos, bailarines y actores internacionales que ayudan en el proceso de motivación ya que contagian energía. Han sido cuidadosamente seleccionados y para ello hemos establecido acuerdos con entidades internacionales, como la inglesa Arsenal Soccer Schools Spain y la norteamericana Tusculum College, posibilitando la práctica de deportes", relata. Igualmente, hace referencia a las actividades artísticas (danza música y teatro) que llevan a cabo los jóvenes a través del programa Broadway Entertainments.

Estas iniciativas han sido diseñadas para adentrarse en el idioma de una forma lúdica y perder el sentido del ridículo que, resalta O'Connell, tienen los españoles para hablar una lengua de la que conocen muy bien su gramática. "Fomentamos que los jóvenes se comuniquen y el sistema funciona. Es increíble la respuesta de los niños de 8 a 12 años desde el primer día. Con los teens hay que trabajar un poco más, pero a partir del quinto día entienden que no se puede decir ni una palabra en español y pasan a involucrarse de una forma total", matiza.

El éxito que ha alcanzado The Village en su corto recorrido -el próximo mes de julio cumple el cuarto aniversario- radica en "ser una alternativa a viajar al extranjero pero, además, en ser un proyecto más allá que un campamento". "Convertimos el resort en un espacio en el que los jóvenes hacen lo que más les gusta con el inglés como único medio", manifiesta O'Connell, quien junto a un equipo de profesionales de la enseñanza ha puesto en marcha The Village tras haber investigado y profundizado en el proyecto durante dos años hasta hacer realidad la idea cuyo desarrollo diario está muy estructurado. Los participantes tienen tres descansos de 20 o 25 minutos; el resto del día, entre el desayuno y la hora de acostarse realizan actividades en inglés. Incluso en las comidas, cuyas mesas están integradas por diez comensales (dos de ellos, monitores), el único idioma de comunicación es el inglés. "Quince días en este pueblo equivalen a una estancia en grupo de cincuenta días en el extranjero", resalta O'Connell para admitir que hablar una lengua que no es la propia durante tantos días "es cansado, pero muy efectivo".

El nacimiento de The Village surgió al detectar el equipo directivo del colegio San Fernando y Ireland Idiomas que el modelo de estancias con una familia anfitriona en un país anglosajón y un determinado número de clases había cambiado. "Las exigencias de la vida hace que se produzca poca interacción entre los estudiantes y las familias. Los jóvenes pasaban mucho tiempo solos y se juntaban con otros españoles, de forma que lo pasaban bien pero no se alcanzaban los objetivos deseados: hablar inglés", relata Michael O'Connell. Admite, asimismo, que el número de personas que viajan al extranjero para profundizar en un idioma ha descendido debido a diversos factores, como la incertidumbre política, la crisis económica, el no alcanzar los resultados esperados y la existencia de otras ofertas alternativas.

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