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Set y partido para la donación

El avilesino José Luis Franco, de 43 años y que con 24 recibió dos pulmones, participará en los Mundiales para deportistas trasplantados

José Luis Franco, con su raqueta, ayer. MARA VILLAMUZA

José Luis Franco tiene engarzada "piezas preciosas" en su cuerpo. Pero no son joyas sino unos pulmones trasplantados que le devolvieron al mundo hace casi dos décadas, un 29 de julio de 1998. Ahora, este avilesino que vive y respira gracias a un joven valenciano de 17 años -del que solo conoce su edad- va a participar en los XXI Juegos mundiales de deportistas trasplantados que se celebrarán a finales de junio en Málaga y también en los VII Juegos nacionales de la especialidad, que comenzarán el próximo sábado en Granada. El reto: "Que la gente entienda que con un órgano trasplantado se puede realizar una vida normal". Otros objetivos: "Animar a las personas que ahora mismo están pendientes de un trasplante y agradecer a las familias de los donantes sus actos de generosidad".

Luego, si hay suerte de conseguir una medalla, bienvenida sea. O eso piensa este tenista avilesino de 43 años que ya saboreó el éxito en distintas ocasiones. En 2008, por ejemplo, ganó el bronce en el Campeonato de Europa. Y es que sus pulmones son "plusmarquistas" en la pista de la vida.

José Luis Franco iba a morir. Pesaba 46 kilos. Era incapaz de subir cuatro escaleras y lo poco que caminaba era gracias a oxígeno artificial. Sufre una enfermedad tan desconocida como cruel: fibrosis quística, la misma patología de la que murió su hermana Montse. "Pasé mucho tiempo con continuos ingresos en el hospital, tratamientos intravenosos...", relata el deportista. Un día los médicos determinaron que la única solución era el trasplante urgente de dos pulmones. Tenía 24 años y aquel fue su primer trofeo.

José Luis Franco recibió el trasplante en el Hospital La Fe de Valencia. Y tan pronto como pudo se subió al tren de la vida. "El deporte de mis amores siempre fue el tenis. A los 17 años tuve que dejarlo y raíz del trasplante volví a coger la raqueta", explica. Antes de pisar las pistas, debió superar el protocolo del complejo sanitario valenciano después de un trasplante, que pasaba por realizar treinta sesiones de bicicleta y ejercicios con un fisioterapeuta. Y lo logró.

El jefe de rehabilitación de respiratorio de La Fe, un apasionado del tenis, le animó entonces a reiniciar su carrera deportiva. Ahora, José Luis Franco entrena en el Club de Tenis de Avilés y de tanto en cuando se codea con los mejores, incluso con el que fue su ídolo, Juan Carlos Ferrero. Y no solo eso. Franco es el impulsor en Avilés de una exhibición benéfica de tenis en apoyo a los afectados por la fibrosis quística y a este evento han venido en los últimos años estrellas del tenis. Para la próxima edición, Franco ya tiene confirmada la presencia en la ciudad de Àlex Corretja.

El tesón, un triunfo

A José Luis Franco la fibrosis quística le tambaleó los cimientos vitales y los pulmones de un joven valenciano le dieron una segunda oportunidad. Y no piensa desaprovecharla. Este avilesino que ahora vive en La Fresneda (Siero) es consciente de la importancia de llevar una vida saludable, más aún si se es trasplantado. "Tomo nueve pastillas por la mañana y siete por la noche desde hace dieciocho años. Pero también llevo una dieta estricta, practico deporte... Una persona con un trasplante y ciertos cuidados puede tener una buena calidad de vida", reconoce este hombre ya con las maletas preparadas para viajar a Granada, donde participará en los VII Juegos nacionales para trasplantados. De Granada viajará a Málaga, al campeonato mundial. Para él su participación en estos juegos ya es un triunfo, más después de un pequeño bache de salud que sufrió hace unos meses.

"Pensaba en competir en dobles mixtos con una chica de Asturias recién trasplantada, pero es muy pronto para ella y no va a poder participar. Pero pronto podrá hacerlo", avanzó el avilesino, que este año se aventurará en una nueva disciplina: el pádel. José Luis Franco disfruta de cada momento ya sin miedo a quedarse sin aire en los pulmones. El tesón es la mejor medalla del avilesino, y de las decenas de personas trasplantadas que cada día reviven gracias a la donación de órganos.

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