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El motín estudiantil que forjó a un líder

Se cumplen treinta años de la mayor huelga de bachilleres, con Avilés como referente y Primitivo Abella, hoy concejal de Somos, detrás de la pancarta

Helena Herrero y Primitivo Abella, en su etapa en el Sindicato de Estudiantes.

"Nunca se había producido una movilización tan numerosa de bachilleres, ni tan extendida, ya que desde Tapia de Casariego a Llanes los jóvenes protestaron por la mala calidad de la enseñanza que reciben y por las trabas que se les ponen en sus estudios, siendo la selectividad para la entrada en la Universidad el obstáculo más difícil y más criticado". Así recogían las crónicas de LA NUEVA ESPAÑA de hace 30 años los sucesos relacionados con la que sigue siendo hasta hoy la mayor huelga de estudiantes de enseñanzas medias, en las que Asturias fue un referente nacional y Avilés jugó un papel fundamental.

Y es que fue en Avilés donde se impulsó con fuerza la puesta en marcha del Sindicato de Estudiantes, concretamente en el instituto de La Magdalena, donde estudiaba el hoy concejal de Somos Primitivo Abella. "El sindicato se formó en el curso anterior a las huelgas, de forma paralela en La Magdalena y en el Menéndez Pidal, allí de la mano de Nacho Flaquer, hijo de un concejal socialista. Queríamos lanzar un sindicato a nivel estatal", recuerda Abella.

Los estudiantes ya se estaban organizando, con asambleas y reuniones. Y en el curso 1986-1987 fue cuando estallaron las huelgas. Fue, asegura Abella, de forma accidental. "Una asamblea de no admitidos en la Universidad en Madrid convocó una movilización. Luego se sumaron consignas de no a la selectividad... y se convirtió en una movilización masiva", explica el entonces líder estudiantil, que acabaría siendo secretario general del Sindicato de Estudiantes.

Y de repente, la protesta se extendió como un reguero de pólvora. "No se hablaba de otra cosa en los institutos. Empezaron a hacerse asambleas, a sumarse gente y vimos que en Asturias teníamos capacidad para hacerlo". En Avilés, aprovechando que ya existía una estructura previa, ya se lanzó la consigna como Sindicato de Estudiantes. En el horizonte, la movilización del 17 de diciembre de 1986.

El éxito fue rotundo. Aproximadamente la mitad de los 7.000 estudiantes de enseñanzas medias de Avilés se sumaron a la protesta. Abella recuerda la imagen de un Seat 850 que había aportado el hijo del secretario de organización de CC OO en medio de la marea humana para dar el mitin.

En una de aquellas movilizaciones se encontraron por primera vez Primitivo Abella y la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, que entonces era concejala. "Subí al Ayuntamiento como portavoz circunstancial y me recibió ella. Comenzó muy amable pero luego se enfadó, cuando la manifestación empezó a gritar consignas contra el Alcalde". La lucha estudiantil le deparó otros encuentros igual de singulares, como con el entonces delegado provincial del Ministerio de Educación y Ciencia, Antonio Trevín.

"Las movilizaciones se salieron de madre, no contábamos con aquello. En Gijón estaba muy radicalizada, se sumaron los obreros del naval", cuenta Abella. El Gobierno estaba temeroso de que la clase trabajadora se sumara en masa a las protestas. Y en Oviedo hubo reuniones con representantes de los estudiantes para escenificar algún proceso de negociación, de oír de primera mano sus reclamaciones. Y allí, hablando con Trevín y sentados en la misma mesa, llegaron a conocerse Abella y el también concejal de Somos Xune Elipe, compañeros ambos de andanzas musicales posteriores, fundamentalmente de la mano del grupo "Dixebra".

Los logros de aquellas movilizaciones fueron tremendos, según sostiene Abella. Y así, aunque la selectividad se mantuvo, hubo dos logros fundamentales e inmediatos: "La gratuidad de la enseñanza media, que sigue en vigor, y la apertura de la Universidad". No sólo se incrementaron las becas, sino que también se bajaron los requisitos para acceder a ellas y en general se facilitó el acceso a la Universidad. "Muchísima gente consiguió acceder a esas ayudas.

De hecho, al año siguiente se constató un fenómeno de masificación universitaria: "Entramos un aluvión de gente que de no haber sido por las protestas, no hubiéramos podido llegar, hubiéramos sido cargas para nuestros padres", sostiene el entonces líder estudiantil. "Conseguimos la matrícula gratuita, transporte y poder comernos un pincho en la cafetería. Los logros desde mi punto de vista fueron enormes. Los actuales estudios universitarios y de enseñanzas medias no tienen nada que ver a como eran antes y partieron de aquellas negociaciones". Como en todo movimiento, hubo opiniones dispares y había sectores que querían seguir en la calle para conseguir más, hasta tumbar la selectividad. La decisión se sometió a votación en toda España, y poco a poco las aguas volvieron a su cauce.

Ahora, como profesor de instituto, Primitivo Abella lamenta no ver en sus alumnos las mismas inquietudes que llevaron a su generación a protagonizar las mayores movilizaciones estudiantiles de la historia. "Siempre espero que los chavales me pidan más de lo que doy... pero rara vez. Espero que vuelva a surgir, algún día, una generación reivindicativa como la de hace treinta años".

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