"Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis" (San Mateo 25, 31-46) Este versículo del Juicio de las Naciones según San Mateo orienta el trabajo de José Luis Pinilla al frente del grupo de trabajo de la iglesia católica española encargado de favorecer la acogida y la integración de los exiliados e inmigrantes. Su misión es más prosaica que la literatura bíblica, pero en el fondo todo se resume en generar conciencia de acogida. De la situación en España de los refugiados, del instinto de supervivencia que les lleva a cruzar mares y cordilleras en condiciones extremas y de sus ansias de libertad hablará el sacerdote zamorano a las ocho de esta tarde en la Casa de Cultura de Avilés en un acto del Club LA NUEVA ESPAÑA enmarcado en la Semana Solidaria de Llaranes.

- ¿Cómo de preocupado le ha dejado el resultado de la primera vuelta electoral francesa?

-Por lo menos no ha ganado Le Pen, una situación que no sería buena para nadie. El florecimiento de los partidos políticos que basan su estrategia en la desacreditación y penalización de los emigrantes es algo preocupante y las perspectivas desde que ganó Trump en Estados Unidos no son halagüeñas. En palabras del Papa Francisco, algo va mal cuando la identidad nacional tiene que defenderse con muros en vez de con el aporte de las diversas culturas que enriquecen a los países. La diversidad es un activo a potenciar y las identidades nacionales jamás pueden ser concebidas como páginas en blanco donde cada cual escribe lo que le parece.

- Los dos principales aspirantes a la presidencia de Francia, Macron y Le Pen, carecen de experiencia de gobierno y de cuadros reconocidos para llevar el peso del Estado: ¿dejar un país en sus manos es un mal menor para librarse de los que en el pasado demostraron ser corruptos o incapaces?

-Como pasó con la victoria del "Brexit" en Gran Bretaña, en estos y otros resultados electorales hay más de contestación, más hastío de una forma de gobernar, que ideología. Lo que la gente está pidiendo a gritos son nuevas políticas.

- Podría ser que, en efecto, la gente ansíe una regeneración, pero sin embargo los partidos que capitalizan ese descontento, ya sea por su extremismo, populismo o nacionalismo, generan desconfianza. ¿Quién les pondrá bridas?

-La capacidad de control emana de las propias bases de la democracia: el imperio de la ley -es decir, la justicia- y el poder de las instituciones del Estado, entre ellas el Parlamento. Ya vemos cómo los jueces le han parado los pies a Trump con respecto a alguna de sus ideas más osadas o cómo en España fueron los jueces los que, en plena crisis, blindaron derechos sociales y lideraron la lucha contra la corrupción.

- ¿Cabe pensar en un "afrancesamiento" de la política española a medio plazo o cree que a los llamados partidos emergentes ya se les ha pasado al arroz?

-Dependerá de cómo evolucione la crisis; si la economía mejora, esos partidos de nuevo cuño no tendrán muchas opciones de gobierno porque les faltará el sustento del malestar popular. No obstante no desaparecerán; con más o menos representatividad, pienso que están llamados a perdurar.

- ¿A qué atribuye al fracaso generalizado de los partidos de corte tradicional en Europa?

-Señalaría dos factores: la generalización de la corrupción y la pérdida de los valores sobre los que los "padres" de la unión cimentaron el proyecto común: la acogida, la oposición a las guerras, la justicia social...

- ¿Si en la construcción europea se hubiera puesto el acento en las personas en vez de en los capitales el pegamento hubiera funcionado mejor?

-¡Qué duda cabe! Arrimando el ascua a mi sardina, la problemática de los inmigrantes, suelo referir las palabras de un exalcalde de El Ejido que dijo que los emigrantes eran queridos de día y que sobraban de noche. Esa descontextualización del inmigrante como persona para identificarlo como mera mano de obra es ilustrativa del fracaso a la hora de construir un proyecto común.

- No obstante, ¿acaso no debe todo modelo social tener una base económica sólida?

-No basta con aspirar a la sociedad del bienestar; debemos reivindicar la sociedad del "bienser": una sociedad justa, solidaria y con más coberturas sociales, muy distintas a esa otra caracterizada por el botellón, la ambición de tener un yate, los niños "pegados" a los móviles a todas horas y el sueño de que te arregle la vida una quiniela.

- Pese a todo y con sus defectos, España destaca por ser un país solidario, ¿no?

-Es cierto, hay una solidaridad innata; pero es compulsiva, yo la llamo "de huracán": ocurre una catástrofe y surge una reacción solidaria de corte inmediatista. El reto es convertir ese vendaval en lluvia fina -el orbayu que dicen aquí en Asturias- mucho más provechosa. Ya lo dice el Papa: "Mejor hacer caminos que llenar espacios".

- Si hablamos de América la cosa no es mucho más alentadora; ¿hasta qué punto es creíble el discurso antimigratorio de Donald Trump?

-Una cosa es lo que dice y otra será ver cómo actúa. Sus bravatas llegaron a asustar, es verdad, pero se van desinflando una tras otra. El último traspié que sufrió ha sido descubrir que el famoso muro fronterizo con México no se puede hacer por una cuestión presupuestaria. El tiempo todo lo modula.

- Se acerca el verano y con él las oleadas de pateras. ¿Tiene alguna esperanza de que este año vaya a ser diferente a los pasados?

-El buen tiempo de la Semana Santa ya anticipó que, desgraciadamente, seguirán llegando miles inmigrantes. Y da lo mismo que se pongan vallas y concertinas, que se intensifique la vigilancia o que no... Esto no se arregla con políticas fronterizas porque el mar es muy grande y si no vienen por un punto cardinal, lo harán por otro.

- ¿Es España un país que trate dignamente a los inmigrantes o pecamos de xenófobos?

-No somos una sociedad racista ni xenófoba; otra cosa es que se produzcan hechos aislados alentados por personas que los usan para fines partidistas. Los españoles acogen a los inmigrantes con generosidad, el problema es que la ciudadanía va por delante de la Administración, lenta por lo general en todo lo relacionado con este tema.

- Lo de pecar de xenófobos era una expresión, pero ¿realmente es pecado la xenofobia?

-Claro que lo es, contraviene el mandamiento que los sintetiza a todos: amarás al prójimo como a ti mismo.

- ¿Tiene España capacidad de acogida para atender a todos los que llegan a sus fronteras o debe haber límites?

-Pues claro que sí. Mire: antes de estallar la crisis, y aun en los primeros años, acogíamos a quinientos mil inmigrantes al año y así se instalaron en España al pie de seis millones. Son personas que están trabajando, cotizando, consumiendo y debidamente integradas... Son un activo del país; no verlo así es un error del que nos arrepentiremos.