"Mi padre trabajaba en Cristalería cuando todavía estaba en Arija. Inundaron el pueblo para hacer un pantano y le mandaron a Avilés. Fue en 1952". El que habla es Roberto García Arroyo, el organizador de un encuentro familiar de cuatro generaciones vinculadas de una u otra manera a Cristalería. "Lo organizo yo porque ya estoy jubilado, pero no soy el más antiguo. El más antiguo de los nuestros es mi tío Abilio García Crespo", asegura, mientras aguarda a sus familiares que vienen de Castrillón, Gozón, Valladolid, San Sebastián y Balmaseda. "Empezó siendo una comida de primos, pero me acordé de que se cumplían 65 años de la primera producción de Cristalería y todos me animaron a que nos juntáramos los más que pudiéramos", remata.

Los más pequeños son Mael López y su primo Iyán García, de seis y siete años. Abilio García tiene 86. Camina apoyado en un bastón. "Mis hermanos habían venido antes que yo a Avilés. Yo me quedé en Arija, trabajando en el campo. Ellos me animaron a venir", apunta. Y empezó a trabajar en 1955. "Me jubilé en 1989", añade. "¿Lo mejor de Cristalería? Nunca faltó trabajo", resume "el patriarca". Roberto García Arroyo apostilla: "Y la camaradería que había entre todos, incluso con los jefes". Él comenzó su carrera de obrero como aprendiz de mecánico de mantenimiento y se despidió de la empresa como jefe especialista en curvado de vidrio.

José Ramón García entró en la empresa a los 18 años. "Y sigo en ella: hasta hace no mucho entraba antes el hijo de un productor. Y es lo que me pasó a mí", comenta este especialista en espejo, primo de Roberto García. "En mi época llegamos a trabajar juntos seis tíos, un montón de primos y yo mismo", dice García Arroyo. Uno de estos primos es José Ramón. La preeminencia se ha perdido, pero los vínculos transparentes con la empresa se mantienen. La historia es un espejo.