"La televisión es tan increíblemente porosa que nunca puede ser decadente". El escritor y presentador Boris Izaguirre (Caracas, Venezuela, 1965) lanzó ayer en Avilés esta y otras ideas acerca del medio con el que se gana la vida desde hace más de veinte años. Fue el protagonista del nuevo acto del ciclo Palabra que organiza periódicamente el Centro Niemeyer; un acto, en esta ocasión, incluido dentro de las actividades paralelas del Festival de temática homosexual.

Izaguirre vive y trabaja actualmente en Miami, en los Estados Unidos. Le llamó Telemundo para participar en "Suelta la sopa", un programa del estilo de "Sálvame", aseguró, "aunque con otros personajes". "Aquí la detención de Luis Miguel no ha tenido la repercusión que tiene allí: es la caída de un mito", explicó. "Mi marido está harto", confesó el escritor. Eso a él no le pasa: "Me da la sensación de que estoy dentro de una noticia", aseguró en clara referencia a Donald Trump. "Mi estómago, al que no suelo obedecer, me dice que es una buena idea permanecer allí", apuntó. "Lo maravilloso de los Estados Unidos es esa capacidad e autodefensa que tienen. Lo vimos en enero, cuando un juez paró a todo un presidente", añadió. Explicó, además, que su trabajo lo desarrolla de manera óptima porque, según su criterio, tiene "una escuela extraordinaria". Comenzó junto a Javier Sardá en el legendario programa "Crónicas marcianas". "Criticaron aquel formato, pero es lo que se hace en los Estados Unidos", apuntó el escritor.

Antes de atender a los periodistas y mucho antes de subir al escenario del auditorio del Niemeyer -más de medio millar de personas le esperaba-, Izaguirre se calzó unas gafas de sol para contemplar apasionado el "skylight" de Avilés desde lo alto de la torre del centro cultural. "Y también porque son nuevas", bromeó. El periodista Juan Ramón Lucas -su entrevistador esta vez- lo explicó en la rueda de prensa: "Nunca he asistido a una conferencia de prensa con este paisaje tan deslumbrante ante los ojos". Los dos se dejaron fotografiar, los dos conversaron durante tiempo (los dos trabajan en el mismo programa de radio).

La presencia de Izaguirre en Avilés era ayer evidente: "Agradezco que algunos me vean como un adalid de la igualdad, pero no lo soy. Yo era tan amanerado que me resultaba ridículo ocultarme". Destacó, sin embargo, que algunos amigos suyos vivieron dentro de armario. "Yo solo quiero un armario para mi ropa", dijo. Este planteamiento vital, confesó, también lo llevó a su vida profesional: "Camuñas me dijo que me iba a enseñar un oficio para que no tuviera que pedir una beca al Ministerio de Cultura". Ese era el de escritor de culebrones. "Me fue bien: quería una chaqueta de Gucci y sabía que con la beca no la iba a conseguir", aseguró. "Luego vino lo de presentarme al Planeta. ¿Y por qué no? ¿Por qué dejarlo pasar?", se preguntó. Así pues, el escritor industrial devino en novelista de éxito. "Un tipo franco", concluyó su entrevistador, Juan Ramón Lucas.