"Yo no le veo nada mal... Y si tienen que cortarlo por lo menos podían hacerlo en otoño, no ahora, cuando está lleno de pajarinos". Yolanda Fernández, vecina de la calle Eduardo Carreño, muestra de este modo su enfado por la anunciada tala de un roble de grandes dimensiones ubicado en un área verde en la intersección entre Eduardo Carreño y González Abarca. "Hay un mirlo, que estuve viendo cómo hacía el nido, una pareja de palomas... Y no entiendo de árboles, pero aparentemente no está enfermo", señala esta residente, que desde la terraza de su casa tiene una buena perspectiva del árbol, que por su veteranía se había convertido en uno más del barrio.

Lo que los vecinos consultados reclaman es que, si hay que cortar, se les expliquen las razones. Y que se busque la época más adecuada para acometer la tala sin que perjudique a los pájaros. Además, consideran que sería bueno reemplazar el ejemplar por un arbolito joven. "Si lo quitan, que pongan algo. Un hombre plantó una pescal, y ahí está, aguantó. No van a quitar todos los árboles", señala José Luis Ferrer, que lamenta la buena sombra que se va a ir con la tala del roble.

"Este árbol es oxígeno, y les gusta mucho a los perros", señala otro vecino, de paseo con su mascota. Un anuncio puesto junto al árbol le pone fecha a la ejecución de la tala; será hoy mismo. Y, aunque algún vecino reconoce que de buena gana se encadenaría para evitarlo, lo más probable es que se consume la sentencia de los servicios técnicos municipales sin problemas.

La apariencia del roble, destacan los vecinos, es excelente, con todas sus ramas verdes. Sin embargo, según el informe municipal, las ramas principales, tronco y base están en mal estado, y tiene heridas y huecos, hongos y deterioro interior importante. El ejemplar mide diez metros de alto y tiene una copa de casi tres de ancho.