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ÁNGEL GARRALDA | Sacerdote, impulsor de la beatificación de los mártires de Nembra

"Pablo VI fomentó el gran pecado del silencio en relación a la causa de los mártires"

"El día de la beatificación del cura de Nembra y de los tres mineros sentí que debía dar gracias a los defensores de Oviedo"

Ángel Garralda, en el archivo de la parroquia de San Nicolás, junto a su libro. MARA VILLAMUZA

Ángel Garralda (Güesa, Navarra, 1923) conversa con LA NUEVA ESPAÑA en el despacho del archivo histórico de la parroquia de San Nicolás de Bari, que dirigió durante algo más de medio siglo. El sacerdote acaba de publicar "Los mártires de Nembra" (Nieva, 2017), la segunda edición de una monografía que sirvió como base para llevar a los altares al cura Genaro Fueyo y a los mineros Antonio González, Isidro Fernández y Segundo Alonso.

-No siempre estuvo aquí el archivo, ¿verdad?

-No. Cuando yo llegué estaba en la torre, en el primer piso.

-¿Y qué había en el resto de la torre?

-Nada, palomas. Los rojos estuvieron a punto de quemar los archivos, pero los hombres de la parroquia los metieron en una caja y los llevaron ahí enfrente.

-¿A la calle San Francisco?

-Sí. Así se salvó el archivo entero: la historia de Avilés.

-La de los mártires de Nembra, ¿será su última investigación?

-Hace 26 años comencé esa causa. Fruto de ella fue la primera edición de este libro.

-¿Por qué defendió esa causa?

-Uno de los hijos de uno de los beatos vivía en Avilés y conocía parte de la historia. Yo había publicado "La persecución religiosa del clero en Asturias" y en ese libro contaba la historia de 193 mártires, entre ellos, la del párroco de Nembra, en Aller. No sabía demasiado: sólo tenía una vaga idea. Para iniciar una causa de beatificación hay que conocer muy a fondo a los mártires: no se beatifica a cualquiera. Lo piensan mucho y hay que demostrar que en realidad fueron mártires.

-¿Por qué lo piensan tanto?

-Tardaron 26 años por muchas razones, hasta políticas. Las causas de reivindicación que habían comenzado a fondo al principio de la guerra civil se paralizaron un día.

-¿Quién las paralizó?

-Pablo VI.

-Pero después de él, fíjese cuántos papas ha habido.

-Pablo VI fomentó el gran pecado del silencio en relación con la causa de los mártires.

-¿Cuándo se revitalizaron las causas?

-Con Juan Pablo II, que pensaba de manera distinta a Pablo VI.

-¿Cómo se llega a beato?

-Hay que hacer un proceso diocesano con un tribunal, con testigos... En virtud de ese proceso recogemos todos los datos posibles para demostrar que, efectivamente, son santos. Hay que dar todas las facilidades posibles para que el Papa no tenga la menor duda de que son mártires.

-Y esto, ¿se hizo en Oviedo?

-En efecto: lo hice yo, que llevaba en la diócesis la causa. Vino a verme Luis Alonso Lobo, uno de los hijos de Segundo, uno de los mártires. Vivía en Miranda. Le conocía y le escuché muy atentamente. Me pidió que dirigiera la causa de su padre y del cura del pueblo. Le dije que la causa era preciosa. Le expliqué: "Vas a ir tú a contar esto mismo al obispado y no digas que has hablado conmigo por si acaso yo voy a ser objeto de rechazo". Allá fue. Habló con el secretario de cámara, que le dijo que la cosa iba a llevar mucho tiempo. Siempre se recogen estas causas con cierto recelo porque vienen con un mochuelo que va a durar 26 años. Así que Luis Alonso le explicó que eso lo tenía que haber hecho su hermano, que era un dominico, un catedrático de Salamanca. El secretario de cámara, entonces se impresionó un poco más y Luis Alonso sacó entonces unos papeles que había escrito. "Se los voy a dejar a usted para que los lea. Yo vuelvo dentro de ocho días y me dice usted qué es lo que tengo que cortar o corregir", le dijo. A los ocho días se volvieron a ver. Luis Alonso le preguntó qué cosas había que cortar y él le respondió que ninguna. "Lo que hay que hacer es escribir mucho más". Y llamó al encargado en Oviedo de las causas de los santos, que le explicó a Luis Alonso que tenía que buscar a alguien que quisiera llevarla, porque supone mucho trabajo.

-Y entonces entra usted en escena.

-Antes hubo que buscar a uno que llevara la causa en Roma. La familia de Segundo Alonso era muy amiga de los dominicos. El que lo llevó en Roma, el postulador, de hecho, es dominico. Éste lo que necesitaba era un vicepostulador, su representante en la diócesis.

-A usted le nombró...

-...El de Roma.

-Usted escribió entonces la primera edición del libro.

-Salió publicada en 1995.

-Usted tuvo que recopilar testimonios y documentos.

-Eso es. Nadie sabía quién era el cura y menos, los mineros. Había que demostrar que eran cristianos.

-Había que contar la vida de esos señores y su muerte.

-Eso es lo que hice yo: contar su vida y su muerte. Les extrañó mucho en el obispado que hubiera tardado solamente tres años en hacer el estudio. Trabajé todo lo que pude, fui al pueblo donde nació el cura. Encontré su casa y todavía tenía la placa del Corazón de Jesús en la puerta. Su casa ahora es una cuadra.

-¿Hizo lo mismo con los mineros?

-Exactamente.

-Luis Alonso le habló de su padre, de Segundo. ¿En qué momento vio que no podía limitarse sólo a su historia?

-Luis Alonso quería la beatificación de su padre y de quienes murieron junto a su padre y como su padre. La misma dedicación que puse con la historia de Segundo Alonso la dediqué a cada uno de los mártires.

-Después del libro, ¿qué vino?

-La defensa de los mártires de Nembra había que llevarla a Roma. Lo hice yo personalmente. Cuando se terminó el proceso aquí, en Oviedo, llevé la documentación a Roma por mandato de mi obispo, don Gabino Díaz Merchán. La entregué en mano a quien llevaba la causa de los mártires.

-La última etapa fue el año pasado.

-Habían transcurridos 26 años. Fue en 2016 cuando el Papa Francisco proclamó que los mártires eran beatos.

-¿Por qué se beatificaron en Oviedo?

-Antes las beatificaciones se hacían en Roma, pero ahora se hacen en la diócesis de la que es originario el beato. Eran tantas las beatificaciones que se decidió sacarlas de Roma. No podíamos quitarle tiempo al Papa para otras cosas: las beatificaciones se pueden hacer en el lugar del que son originarios. A Oviedo, en todo caso, mandó a su representante. Roma queda así, exclusivamente, para las canonizaciones. Las beatificaciones son el primer paso. Falta un escalón más: la canonización. El beato puede recibir culto en su parroquia y en toda la diócesis de Oviedo. El declarado santo recibe el culto en el mundo entero.

-La segunda edición de "Los mártires de Nembra" añade un último capítulo.

-El de la beatificación.

-¿Qué sintió usted aquel día?

-Ante el maravilloso retablo de la catedral de Oviedo, que es una joya, sentí que debía dar las gracias a los defensores de Oviedo. Treinta mil enemigos que trataron de entrar en Oviedo se quedaron a las puertas gracias a unos pocos defensores que estuvieron dispuestos a dar la vida para defender la ciudad. Ellos tenían la lección aprendida de la Revolución de 1934: en quince días mataron a 34 sacerdotes, en quince días no acabaron con la vida de ningún patrón que los explotaba...

-¿Sabe cómo va la beatificación de los seminaristas de Oviedo?

-El proceso había terminado en Oviedo antes que el de los mártires de Nembra, pero desapareció de Roma. ¿Por qué? ¿Quién lo sabe? Hubo que mandar una fotocopia del proceso original, el que quedó en el obispado.

-O sea, con mucho retraso.

-Todas las causas de beatificación de sacerdotes van con retraso porque Pablo VI no era partidario de estos procesos.

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