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Dos años de mucho ruido y poca chicha

El mandato municipal llega al ecuador a paso lento tras polémicas como las facturas de Festejos, el Conservatorio, las protestas laborales y el agua

Foto de familia de la Corporación, el día de la toma de posesión, en junio de 2015. IRMA COLLÍN

Hace dos años prometieron a los avilesinos cambiarlo casi todo, pero las únicas novedades registradas en lo que va de mandato son una mayor prevalencia de los criterios técnicos sobre los políticos y un ensayo de los nuevos juegos de mayorías alumbrados por la incorporación de nuevas fuerzas. En mayo de 2015, los ciudadanos decidieron en las urnas una Corporación fragmentada y el PSOE tomó las riendas en solitario. Ocho concejales de 25. La nueva alcaldesa, Mariví Monteserín, prometió mucho café para llegar a acuerdos, pero algo le pasa a ese café. Hay días que parece demasiado cargado: crispa el debate y encoleriza a los concejales. Otras veces se queda en leche manchada que adormila. La acción del gobierno es tibia y la oposición da palos de ciego a menudo, cuando se cumple el ecuador del mandato.

El gobierno se distribuyó las áreas con evidente sobrecarga para algunos concejales. Seis liberados, incluyendo a la Alcaldesa. En la oposición se formaron dos bandos: de un lado IU y dos emergentes, Somos y Ganemos, que suman nueve ediles. Del otro el PP, con seis. Quedaban los dos de Ciudadanos, que en función del momento se fueron colocando en uno u otro lugar.

En los primeros meses, los reconocimientos extraordinarios de crédito se convirtieron en la pesadilla del gobierno, cuando la oposición en bloque decidió rechazarlos, abandonando incluso un pleno. Fue un plante inédito en el que derechas e izquierdas se dieron la mano para dejar en evidencia al PSOE. Para la resolución del conflicto fueron necesarias concesiones por parte de los socialistas y que el resto rebajase el tono de crítica.

Dicho esto, dos salvedades. Una, que Somos decidió judicializar esta aprobación, convencido de la incorrección del procedimiento. La forma de hacer oposición de este partido deriva a menudo en disquisiciones técnicas y argumentaciones de corte legal alejadas del discurso político. Y dos, que no todos los reconocimientos extraordinarios de crédito han recibido a estas alturas el visto bueno: se quedan fuera facturas vinculadas a Festejos, el gran talón de Aquiles.

Y es que la imputación de Ana Hevia, investigada al ver el fiscal indicios de delito de malversación y administración desleal en los gastos de su área, es una piedra muy incómoda en el zapato socialista. Tanto, que no sólo la oposición clama por su dimisión. Fue Somos primero, y la interventora municipal después, quienes llevaron a los tribunales las anomalías en la formulación de los pagos. Según Intervención, la cuenta restringida del área no se gestionó conforme al ordenamiento jurídico y 16.664 euros no están justificados.

Pero los "marrones" del gobierno no recaen únicamente en Festejos. En el "top" de conflictividad le siguen Personal y Cultura. El concejal Raúl Marquínez tuvo la habilidad de poner de acuerdo a todos los sindicatos y hubo un encierro que duró semanas hasta que una propuesta de diálogo por parte del gobierno recibió el visto bueno de los trabajadores. Diálogo que ha avanzado poco. ¿Para cuándo un nuevo convenio colectivo, que lleva más de cinco años caducado? A Marquínez también le toca lidiar con la reclamación de las trabajadoras de las escuelas de Educación Infantil que, huérfanas de amparo por parte del Principado -que es quien tiene las competencias de este servicio-, aspiran a que el Ayuntamiento las cobije.

En cuanto a Cultura, la concejala Yolanda Alonso ya no sabe a qué santo encomendarse para cerrar la crisis del Conservatorio, con una suma de sentencias de difícil cumplimiento relativas al nombramiento del director. Las posibilidades de solución pasan por un compromiso del Principado por asumir las riendas (que no parece que vaya a ocurrir), por una rebaja en las aspiraciones educativas de la ciudad, trasformándolo en una escuela de música, o por un milagro en los tribunales. Las críticas, especialmente de IU, le llegan a Alonso por no haber defendido en primera instancia la legalidad del procedimiento empleado para nombrar a la entonces directora Raquel García.

Avances de mandato también hay. El área de Promoción Social procura seguir mejorando los engranajes, la de Promoción Económica ha lanzado a la ciudad como sede de actividades turísticas, económicas y deportivas y el plan de mejora del casco histórico por fin va por el buen camino tras dos décadas, aunque otros objetivos del área de Urbanismo estén durmiendo. ¿Alguien se acuerda de que existió un proyecto llamado Isla de la Innovación? En cuanto a los presupuestos municipales, tras un primer año de prórroga, el PP le hizo un regalo al PSOE al protagonizar un inédito descuido de votación y le permitió aprobar las cuentas de este año. Por contra, posibilitó la creación de una comisión para investigar la privatización el agua, aún a expensas de constituirse.

Como contrapeso de la acción del gobierno, la oposición. Poco incisiva y algo repetitiva durante los interminables -y, a veces, vulgares- plenos municipales. Además, en ocasiones dividida. A Ciudadanos le falta una pieza tras la marcha de Juan Cuesta por insultar a su compañera; el PP funciona como dos grupos de tres y tres por su grave crisis interna. Mientras, IU se afana en poner el pegamento para la convergencia, y Ganemos es, la mayor parte de las veces, un no a la izquierda. A este mandato a paso lento le quedan dos años para coger velocidad.

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