Chema Valentín (Avilés, 1978) inició su trayectoria laboral en el mundo de la logística y la venta. Tras realizar sus estudios de Secundaria en el Menéndez Pidal cursó Gestión Comercial y Marketing. Pero nueve años trabajando en un almacén de Oviedo le animaron a dar un giro de 180 grados. Un amigo le abrió las puertas del sector de las energías renovables, en lo más básico: montaje de parques eólicos. Con los años fue escalando y ahora es director de proyecto en la empresa gallega Mil Ventos, con 16 trabajadores a su cargo. Vive a caballo entre Avilés y Santiago de Compostela, que ya es su segunda casa.

-¿Cómo fueron esos inicios en el sector energético?

-Entré en montaje, lo más básico, en una empresa madrileña, GES, que ahora está con problemas de expedientes de regulación de empleo. Hay 600 empleos en el aire. Y de hecho en 2014 fui de los primeros en salir de la empresa. Allí estuve montando parques eólicos en Galicia, Castilla, Asturias... Son jornadas de trabajo muy largas y a la intemperie, en zonas montañosas. Es duro.

-¿Y qué pasó después?

-En abril de ese año entré en Wind 1.000, es un juego de palabras, en portugués es Mil Ventos. Es una empresa gallega con sedes también en Brasil y Portugal. Empecé con ellos como supervisor de parques a nivel internacional. Hice supervisión de parques en México, Honduras, Costa Rica, y luego en Europa y en países islámicos: Turquía, Egipto, Jordania. En diciembre del año pasado me vi un poco obligado a tomar una decisión. Eran ya demasiados años fuera. Viajaba muchísimo, fueron unos 17 países en dos años. Al final empiezas a valorar, está la familia, la pareja... Lo planteé en la empresa y me dieron la oportunidad de promocionar. Ahora soy director de proyecto en la oficina. Mi función es gestionar a los supervisores de parques y buscar nuevos proyectos, nuevos clientes, nuevos tecnólogos y hacer el seguimiento de los trabajos desde que se comienzan hasta la entrega final.

-Quién se lo iba a decir, ¿eh?

-No pensaba trabajar en este sector, que siempre me había llamado la atención. En las empresas hay un alto porcentaje de ingenieros pero hace falta también personas que conozcan el trabajo desde abajo. En los parques, en el trabajo en campo se suele compensar un ingeniero con un supervisor que se haya formado a sí mismo.

-Su caso es un buen ejemplo de que los estudios no tienen por qué definir la trayectoria laboral.

-Un amigo me define como un buscavidas. Hay trabajos para los que necesitas una formación muy específica, pero para otros no. Nosotros estamos en formación continua, en febrero estuve en Hamburgo con un prototipo nuevo de Gamesa de 8 megavatios, que es algo inaudito? Es lo único que se ha montado en tierra de esa potencia. Son prototipos que están en el puerto de Hamburgo y que van a instalarse offshore.

-¿Es el offshore el futuro?

-Sí, en tierra lleva unos costes bastante altos comparado con montaje en el mar. Y tanto la energía que se logra como los días de viento son parámetros más continuos en el mar. El sector eólico dará un giro y un alto porcentaje estará en el mar.

-¿Se llegarán a desmontar los parques que están en tierra?

-No, pero tienen que cambiar. Los primeros parques eran de turbinas de medio megavatio, hoy ya son de dos megavatios en tierra. Los parques eólicos tienen unos 25 años de duración, y ya se ha cumplido para los parques más antiguos. Toca el "repowering". El cliente es quien está medio obligado a desmontarlos, recibió una subvención por parte del Estado, se fijó un plazo de 25 años y ahora hay que modernizar esa instalación. Sin embargo, hoy en día todavía está muy parada esa operación.

-Esta operación de subir la potencia le vendría de perlas a Avilés.

-Una de las últimas noticias de Daniel Alonso es que va a abrir una planta de producción de tubos en México para abastecer Latinoamérica. Avilés se va a situar, que ya lo está en parte, como una gran cabeza en el sector eólico.

-¿Cuánto cuesta montar un parque?

-Entre 1 y 2 millones de euros por turbina. Un parque medio tiene entre 40 y 50 máquinas. Era lo que se montaba hasta 2012, que es cuando llegó el parón. Ahora se están volviendo a retomar montajes por Canarias y luego vendrá Galicia. Parece que volveremos a montar algo en España, aunque no al ritmo de hace años. El protocolo de Kioto se cumplirá en 2020 y no hemos llegado a los megavatios de energías limpias que nos exigían. No sabemos qué va a parar con las subvenciones que se dieron. Quizá nos pongan una multa.

-¿Y entiende entonces que no haya una apuesta decidida por las energías renovables?

-Lo entiendo con las políticas que están saliendo ahora. Que gane una persona como Trump en Estados Unidos, que en el siglo XXI prefiera echar la vista atrás y basar el progreso en modelos del siglo XIX... En el siglo en el que estamos hay que apostar por lo limpio, lo verde y lo ecológico. Tenemos que pensar en lo que vamos a dejar a los que vienen.

-¿Cómo está situada España en el sector?

-Tenemos uno de los tecnólogos número uno a nivel mundial, Gamesa, que es la que nos está empujando. España es una firma interesante gracias a Gamesa y a otras empresas que van saliendo. Windar Renovables? Estamos muy bien situados junto con grupos daneses. Pero en España no implantamos actualmente parques porque durante 2010 y 2012 se montó muchísimo. Ahora toda la cuota de mercado está en el exterior. Y aquí estamos esperando por la política de subvenciones.

-¿Qué opina del impacto visual que generan los parques eólicos?

-Está claro que impacto visual hay. Lo que tenemos que pensar es si es mayor el beneficio que nos puede proporcionar que el impacto. No es lo mismo ver una montaña virgen en los Oscos que con 17 aerogeneradores. Pero se hace un seguimiento, se tiene un control, si hay cualquier penalización ecológica se trata de minimizar los riesgos. El impacto visual siempre va a estar ahí. Es como si se montan 1.000 aerogeneradores en el mar.