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La depuradora de Maqua, que cuesta tres millones al año, no da la calidad esperada

La lucha contra el avanzado deterioro de la planta, que incumple la ley desde que abrió, ha supuesto inversiones que superan los dos millones

La estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de Maqua, que incumple la normativa desde que comenzó a funcionar hace trece años, tiene un coste anual de explotación superior a los tres millones de euros. La mayor partida se la lleva la factura de la luz (un millón), seguida de los costes de mantenimiento y conservación (646.224 euros en 2016) y del personal (534.224 euros). La gestión de las instalaciones, cuya construcción costó veinte millones, se desarrolla en la actualidad con una plantilla de 16 profesionales y bajo la supervisión directa de los técnicos del Consorcio de Aguas. El avanzado deterioro de la planta, que precisa de una renovación millonaria, ha conllevado en los últimos años inversiones y actuaciones de reposición y mejora por un importe superior a los dos millones, que costeó el Principado.

La instalación de depuración y el sistema de saneamiento de la margen izquierda de la ría, que ejecutó la Confederación Hidrográfica, se pusieron en servicio en junio de 2004. En 2006, se incorporó el sistema de saneamiento de Gozón, en 2007 el de Castrillón, y en 2012, se sumaron varios colectores municipales de Avilés y el colector del río Alvares (Corvera). El sistema se completó en 2014 con el emisario de Xagó (costó 21,1 millones) y está pendiente la puesta en marcha de la última pieza, el colector industrial de la margen derecha (más de 16 millones), construido desde hace más de cinco años y aún parado.

El sistema presta el servicio de saneamiento y depuración a los municipios de Avilés, Castrillón, Corvera y Gozón (casi 215.000 habitantes) e incluye más de 37 kilómetros de colectores de diferentes diámetros, 460 pozos de registro, nueve estaciones de bombeo de aguas residuales y 18 aliviaderos. Destaca por su entidad el túnel submarino visitable que cruza la ría a 35 metros de profundidad y la estación de bombeo, de 5.027 litros por segundo de capacidad, que eleva las aguas residuales para su tratamiento en la planta, la zona que está cubierta por la cúpula blanquiazul. LA NUEVA ESPAÑA de Avilés visitó la depuradora de la mano del gerente de Cadasa, Tomás Lobo; Jesús Fernández, jefe del servicio de tratamiento y calidad de las aguas; Alberto Villa, director del contrato de explotación, y Cruz Ana Egocheaga, jefa de la planta.

La EDAR de Maqua cuenta con un sistema de pretratamiento formado por siete líneas paralelas de tamizado, que eliminan los sólidos de tamaño superior a tres milímetros, y siete líneas de desarenado y desengrasado. A continuación, las aguas pasan a dos líneas de tratamiento secundario en un reactor biológico de alta carga, donde se elimina la materia orgánica fácilmente biodegradable. Este tratamiento es deficiente y hace que las aguas no acaben tan limpias como exige la normativa comunitaria. En Confederación Hidrográfica sostienen que esta fase del proceso falla porque llega a ella mucha agua salina por el "pésimo alcantarillado" avilesino. Posteriormente, las aguas pasan a los decantadores (hay seis), donde se separan los fangos de las aguas tratadas, que son conducidas al Cantábrico por el emisario de Xagó.

Aparte de las deficiencias en el proceso biológico "por la escasa capacidad" de la instalación y por "la intrusión de agua salina, que también constituye una fuente de malos olores en el entorno", la depuradora presenta un avanzado estado de deterioro, principalmente por la corrosión. Hubo que instalar una escalera de 35 metros de altura para acceder al túnel bajo la ría, reforzar todo el interior de la cúpula y cambiar numerosos elementos de acero inoxidable por otros de poliéster reforzado con fibra de vidrio. Los trabajos no son sencillos dadas las características estructurales de la cúpula. Los trabajadores de la depuradora, por otra parte, realizan al año unas 450 analíticas en el laboratorio y las toallitas higiénicas que van al inodoro les traen de cabeza. "Son un problema enorme para las depuradoras", aseguran.

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