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Los riesgos de la gestora

De Rueda deberá coser el principal grupo municipal de la oposición, roto desde hace tiempo por la mitad, y relanzar la afiliación

Mercedes Fernández se propuso desalojar al núcleo que controló durante años el PP de Avilés antes de las elecciones municipales de mayo de 2015, cuando la investigación judicial del "caso Pokémon" erosionó sus relaciones con el entonces presidente, Joaquín Aréstegui. Por eso, nombró candidato a la Alcaldía a Carlos Rodríguez de la Torre, en contra del criterio de la dirección local. Y, por eso, este martes destituyó a Carmen Rodríguez Maniega, alegando constantes deslealtades, para poner al frente de una gestora al diputado autonómico Pedro de Rueda. No le quedaba otra opción porque los suyos son minoría entre la militancia y seguramente habrían sucumbido en un congreso a corto plazo. Pero la gestora, lejos de ser garantía de cohesión, entraña evidentes riesgos, que la propia Mercedes Fernández conoce por su reciente experiencia en Gijón, donde un órgano idéntico estuvo a punto de dejar el partido como un solar por falta de autoridad sobre los concejales.

El primer cometido de De Rueda será, por lo tanto, procurar cierta unidad en el grupo municipal, ahora fracturado por la mitad debido a la prolongada crisis interna, para acelerar su pulso político en el Ayuntamiento. Y, para ello, deberá tender puentes con Alfonso Araujo, leal a Rodríguez Maniega y que se postuló hace semanas para sucederla en un congreso ahora aplazado sine die. De cómo sean las relaciones entre ambos dependerá en buena medida el porvenir del PP de Avilés. Si se entienden, la estabilidad no será una quimera. En caso contrario, se puede llegar al extremo de que tres concejales acaben expulsados y en el grupo mixto. Por el momento, Araujo ha demostrado sobrada inteligencia emocional y política, haciendo gala de un talante prudente y dialogante. Aunque en absoluto ha abandonado su idea de liderar la junta local en un futuro.

Pero, además de buscar la unión entre los ediles, De Rueda tiene otro encargo. En su maletín está también lo que la dirección autonómica llama la "reconstrucción" del PP de Avilés. Es decir, impulsar una discreta campaña para captar nuevos afiliados y recuperar a otros que, en su día, abandonaron el barco por desavenencias con el equipo de Aréstegui. Formar en definitiva una nueva mayoría en el seno del partido que permita en un futuro acudir a un congreso con ciertas garantías de victoria para los afines a la presidenta autonómica de la formación. Un cometido al que tendrá que ponerse ya manos a la obra porque la vida de una gestora no es eterna, de acuerdo a lo que dicen los estatutos (aunque en el caso de Gijón se incumplieron todos los plazos).

También será interesante conocer qué papel le otorgará De Rueda a Carlos Rodríguez de la Torre, cuya relación con la presidenta autonómica se ha enfriado en los últimos meses. Él, como los otros cinco concejales, deberá en principio ponerse a las órdenes de la gestora. Un asunto que no es baladí porque el grupo popular, dado el juego de mayorías en la Corporación, es fundamental para sacar adelante o no iniciativas que afectan a todos los ciudadanos.

Por todo ello, la tarea que tiene por delante la gestora es ingente. No parece fácil coser un partido con unas costuras que saltaron hace tiempo por los aires y, al mismo tiempo, liderar la oposición con acciones beneficiosas para la ciudad. Sí es más sencillo que el PP de Avilés inicie un período de aparente calma, con alto riesgo de convulsión cuando se acerquen las urnas.

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