Los trabajadores de la multinacional Alcoa reclaman "los mejores recursos técnicos y humanos posibles" para la fábrica y es que consideran que la actual es "una crítica situación" causada, principalmente, por una política de ahorro "agresiva, lesiva y desleal".

La empresa Alcoa vive en la cuerda floja desde, al menos, ocho años. Primero por causas naturales y, después, por decisiones extemporáneas de los que gobiernan el negocio aluminero (Alcoa es uno de las empresas productoras más importantes del mundo).

El comité de la fábrica de Avilés asegura que existe "un deterioro del proceso productivo". La explicación es clara: el aluminio electrolítico se produce en cubas. El 33 por ciento de ellas no tienen actividad desde comienzos de enero de 2012, cuando el anterior consejero delegado reordenó la producción de la multinacional en todo el planeta y en Avilés tuvo que recortar producción con el fin de conseguir elevar el precio del metal: a menos oferta, mayor demanda.

El recorte de producción en las cubas incentivó una política de ahorro que consiste, entre otras cosas, en no arreglar una cuba averiada, pero sustituir su producción por una de las que no tienen actividad. Esto al final se traduce, dicen los representantes sindicales, en un número muy elevado de cubas averiadas y, por tanto, una disminución de la carga.

Todas estas reclamaciones han sido trasladadas al jefe de la planta de Avilés -Javier Menéndez- "en numerosas ocasiones", pero la dirección no las ha tenido en cuenta. Por ello, el comité quiere que el presidente de Alcoa España -Rubén Bartolomé- y el vicepresidente de operaciones de la multinacional en Europa -Kai Rune- expliquen cuál el plan de futuro de una empresa que unas veces sufre las consecuencias de una inundación y todos los años, el de la factura energética.