Myriam MANCISIDOR

El Corpus Christi ha recobrado la vitalidad perdida en Avilés. Prueba de ello es que cientos de personas se dieron cita ayer en la iglesia de San Nicolás para celebrar con la solemnidad acostumbrada una fecha de importante arraigo en la tradición popular y religiosa de la ciudad. La fiesta estuvo repleta de novedades: el debut de la Escolanía San Nicolás, la elaboración de cuatro alfombras florales (hasta ahora solo las catequistas confeccionaban una) y la procesión con el Santísimo, que este año y por primera vez en muchos años fue portado en la Custodia del siglo XVII, donada por el primer conde de Canalejas, sobre paso de los Sanjuaninos.

La misa, que comenzó unos minutos después de las 11.30 horas, la presidió el sabuguero Adolfo Mariño, nuevo abad de Covadonga. El sacerdote aseguró ante decenas de fieles y más de un centenar de niños que este año hicieron la primera comunión en alguna de las parroquias de Avilés, que celebrar el Corpus Christi "es gritar a los cuatro vientos que Dios es amor". Abogó asimismo porque la procesión de Corpus "no se convierta en un espectáculo". "Caminando junto a Él descubriremos que no estamos solos. Y no debemos avergonzarnos: nuestra fe ha de ser confesante y no avergonzante".

Tras la homilía -se ofició con el cáliz regalo del canónigo compostelano Alonso Rodríguez de León, que data del siglo XVII-, la Banda de Música interpretó como es habitual el himno nacional. La iglesia contó también con al presencia de aves cantoras, de acuerdo a una tradición inmemorial. Luego comenzó la procesión. Por primera vez al menos en los últimos lustros, el Santísimo, que cruzó las alfombras elaboradas para la ocasión por catequistas y cofrades, fue portado en la artística Custodia del siglo XVII. Los niños, casi todos con traje de marinero, y las niñas, de blanco, animaron las calles de la ciudad y cumplieron con el recorrido bajo la atenta mirada de sus familiares, que inmortalizaron cada instante con fotografías bajo un sol, a ratos, abrasador.