"Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida". El conocido proverbio chino se puede aplicar perfectamente a Jordania, en opinión de Cristina Fernández, bióloga y profesora de la Escuela Superior de Arte del Principado, que visitó el país con varios docentes de Asturias, Galicia y Madrid. "Jordania siempre vivió de su patrimonio histórico y artístico, los recursos son escasos y ahora los turistas tienen miedo a viajar allí por los conflictos bélicos. Necesitan profundizar en la conservación de su patrimonio y ponerlo en valor para recuperar su fuente de ingresos y para ello necesitan nuestra ayuda", explicó ayer en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés.

El grupo que viajó a Jordania a principios de abril forma parte del programa de movilidad Erasmus, y buscaba tener un puente de cooperación con las universidades del país árabe. "En un principio, fue pensado como una especie de intercambio de profesorado, pero el consorcio ha solicitado una ampliación del proyecto para trabajar allí. En los próximos días podríamos recibir ya la respuesta", comentó la profesora.

"Es increíble el desconocimiento que tenemos de la zona. Todo Jordania es un museo. Cada localidad antigua tiene un museo, todo el país está lleno de depósitos de patrimonio", explicó Fernández. El problema, desde su punto de vista, está en los medios que tienen para su conservación. "Me he encontrado obras de arte en un lugar sin climatización a 50 grados de temperatura y sin persianas", señaló.

Eso sí, la profesora dejó claro que no es falta de formación. "Hay personas muy preparadas, muchos profesores de allí han estudiado en Europa. Sin embargo, nos han explicado que les faltan especialistas, puntos de vista diferentes, como los que podemos aportarles nosotros", afirmó Cristina Fernández. Ella, por ejemplo, es bióloga, especializada en aspectos como el biodeterioro de los materiales. "Yo me dedico a preparar conservadores desde el punto de vista de las ciencias", comentó.

Hay otra barrera que necesitan superar en Jordania, en este caso, respecto a la puesta en valor de su patrimonio. "La mayoría de la población no es consciente de la riqueza que tienen. Vi a unos escolares visitar una localidad antigua y les faltaba ese punto de admiración que deberían tener", recordó la profesora.

Al margen de lo aprendido para su profesión, Cristina Fernández se trajo muchas más enseñanzas de su viaje: "Nos sorprendió muchísimo que los jordanos siempre sonríen. Lo pasan muy mal, han pasado por muchas cosas, pero no se quejan. Puede parecer frívolo querer ayudarles a través de su patrimonio, pero es la forma de darles recursos".