El empresario avilesino de origen astorgano Julián Rus Cañibano fue exonerado ayer de responsabilidades en los más de 21 millones de deuda que acumulaba la cadena textil Los Telares en el momento de su cierre con medio millar de empleados en plantilla. A expensas de la sentencia que dicte el titular del Juzgado de lo Mercantil número 3 de Oviedo con sede en Gijón, las partes -el empresario, la fiscalía y la administradora concursal de Los Telares- alcanzaron un acuerdo que evitó la celebración de la vista programada para ayer a las 10.00 horas y que, sintéticamente, libra a Rus de culpabilidad alguna en el grave deterioro económico que sufrió su empresa en sus últimos meses de existencia; declara que, en consecuencia, no procede exigirle ningún pago y traspasa el cien por ciento de esa responsabilidad a los administradores de Gryphus Partners, el fondo de inversión suizo que acudió al rescate.

"Estoy contentísimo". Fueron las dos primeras palabras que pronunció Julián Rus nada más salir de la sala del juzgado gijonés donde durante media hora se dirimió la responsabilidad del empresario en la quiebra de la empresa que fundó en 1976. Horas más tarde, ya en frío, declaró a este diario que la exigencia de responsabilidades -administrativa y patrimonial- que pendía sobre su cabeza le quitó "muchas horas de sueño" en estos dos últimos años y que le tenía muy desasosegado "la sensación de injusticia" implícita al hecho de pedirle responsabilidades de la quiebra de una empresa por la que luchó "hasta el último minuto". Por otra parte, el empresario conviene que el acuerdo que le deja libre de carga alguna en relación a Los Telares restituye su imagen, si es que llegó a ser dañada. "Ahora podré descansar", confesó aliviado por el peso que se ha quitado de encima y agradecido, según recalcó, con las "muchas muestras de apoyo y cariño recibidas en los últimos meses".

La defensa jurídica de Julián Rus, que corrió por cuenta del letrado Ángel Bernal, y la presentación como prueba de un informe que realizó el equipo del economista avilesino Jesús Sanmartín fueron claves para librar a Julián Rus de las peticiones que formularon la sociedad que asumió la administración concursal de Los Telares y la fiscalía: la primera, a través de su delegada en Asturias, imputó a Rus la responsabilidad de una deuda superior a 6,5 millones de euros y pidió que la subsane abonando el 5 por ciento de la misma (algo más de 300.000 euros); la segunda dio por bueno el importe de la deuda y estableció la reclamación patrimonial al empresario en el 100 por ciento del total.

Sanmartín desmontó con su informe económico las acusaciones que pesaban sobre Julián Rus. Así, probó que la deuda imputable al empresario en ningún caso superaba los 3,5 millones, casi la mitad de la cifra que habían calculado los administradores. Sobre la supuesta falta de actividad económica, una situación que habría venido a agravar los males de Los Telares, Sanmartín hizo ver que en los seis meses en los que Rus quemó los últimos cartuchos para salvar la empresa generó ingresos por ventas por importe de 17 millones de euros: "Una cifra muy respetable para no haber tenido actividad", declaró el economista. Y en lo tocante a la acusación de la fiscalía de la hipotética connivencia de Julián Rus con los gestores de Gryphus Partners para "saquear" lo que quedaba de la cadena textil al modo de los "buitres financieros", el perito aportó pruebas de que los inversores en los que confió el empresario pusieron dinero, pagaron a proveedores y cuando retiraron su inversión lo hicieron con pérdidas de 954.000 euros; es decir, que lejos de rapiñar, salieron trasquilados. Eso sí, la mayor damnificada fue Los Telares, que quedo herida de muerte.

A la vista de las pruebas, Rus quedó exonerado de toda responsabilidad y las acusaciones traspasaron el cien por ciento de las mismas a los gestores de Gryphus Partners, el fondo de inversión suizo que llegó a Los Telares como salvador y acabó siendo el enterrador.