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PATXI MANGADO | Arquitecto, coordinador general de las Bienales de Arquitectura de España

"La crisis ha limitado el desorden arquitectónico, los españoles han hecho obras de inmenso valor"

"El mejor mecanismo para ahorrar energía es tener 20 centímetros de aislamiento, no poner placas fotovoltaicas"

Patxi Mangado, junto a una maqueta. NACHO OREJAS

El arquitecto navarro Patxi Mangado, uno de los referentes indiscutibles de la arquitectura española actual, regresa a Asturias. Tras firmar la ampliación del Bellas Artes de Oviedo, el sábado visitará la región para participar en la inauguración, a las 19.00 horas, de la exposición "Alternativas/Alternatives. XIII Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo" en el auditorio del Niemeyer. Los directores de la muestra son Juan Domingo Santos y Carmen Moreno Álvarez. Mangado es, a su vez, el coordinador general de todas las Bienales de España: la Española, la Iberoamericana y la de Venecia.

- ¿En qué consiste esta misión de coordinador general de las Bienales?

-Es el primer año que se ha creado esta figura, de forma independiente, y ha sido bastante exitosa. Mi objetivo ha sido darle unidad. Hasta ahora estaban muy descoordinadas y respondían más a intereses concretos para gloria personal de determinados arquitectos que para la promoción, divulgación y puesta en valor de la arquitectura española. Y ahí están los resultados, que están siendo estupendos. Con la Bienal de Venecia conseguimos el "León de Oro".

- ¿Qué contenido tiene la exposición?

-Aproximadamente el 70 por ciento del contenido es el mismo que el que fue a Venecia, y es una muestra de la extraordinaria calidad de la arquitectura española durante este periodo también de crisis. Los organizadores han hecho un trabajo extraordinario, empezando por la selección de las arquitecturas y arquitectos representados, que muestra cómo en situación de crisis, con pocos medios y proyectos pequeños, han sabido hacer una arquitectura de inmenso valor, de gran optimismo y gran belleza conceptual y plástica, con medios muy reducidos. Emulando lo que fue la actitud de los arquitectos españoles de los años cuarenta, cincuenta y sesenta.

- Una buena arquitectura es más necesaria que nunca, ¿no?

-Hace falta una buena arquitectura, pero no entendida desde el punto de vista objetual. No en términos de objeto. Eso puede ser bonito... pero lo más interesante es tener en cuenta que detrás tiene que haber contenidos. Responde a unos contenidos que tienen que ser imbuidos por la idea de servicio, que significa dar más de lo que la sociedad reclama. Significa transgredir, trabajar con la realidad, con el contexto. La realidad no es un problema nunca. Independientemente de lo poco atractivo que pueda resultar a primera vista, visto con ojos de buen arquitecto puede convertirse en un fantástico crisol para conseguir soluciones estupendas. Es más importante la inteligencia para descubrir los problemas que la imaginación.

- Entonces, un arquitecto no sólo ha de resolver las necesidades que le plantea el cliente, sino ir más allá.

-La realidad es poliédrica y tenemos que descubrir los auténticos problemas. Si hago el Museo de Bellas Artes de Oviedo tengo que descubrir que el problema fundamental es cómo enfrentarme a la calle. La arquitectura es mejor y más ajustada a los objetivos en cuanto es capaz de descubrir los problemas reales a los que tiene que enfrentarse. Muchas arquitecturas se enfrentan a otros problemas: ego del arquitecto, imaginación del arquitecto, trabajar independientemente del lugar, de las circunstancias económicas... La arquitectura del objeto por el objeto no me interesa nada, me interesa cuando se piensa que el objeto tiene que dar respuestas a la necesidad.

- Ha mencionado usted algunos de los males que acechan a la arquitectura. ¿Ha puesto la crisis freno?

-Claro, la crisis ha sido muy salvaje. Pero como la realidad también es poliédrica, ha limitado muchísimo esas acciones desordenadas. Movida por una generación de jóvenes arquitectos estupendos que han nacido ya a la vida profesional en unas circunstancias distintas y que han sabido hacer de la necesidad una razón. Convirtiéndola en soluciones incluso muy bellas. Las crisis no sólo agudizan el ingenio, hacen que las cosas se maticen más, se valoren más, se ponderen más.

- ¿Y cómo se materializa esto en la exposición?

-Toda la muestra gira en torno a ese concepto. Con cinco ejes: la enorme preocupación por el contexto y por la realidad como fuente de generación arquitectónica; una arquitectura donde prima la relación entre los medios y los fines; una arquitectura muy preocupada por el hecho material, por la materialidad, los valores implícitos; una arquitectura que define una poética del realismo muy importante; y que está mayoritariamente impulsada por las jóvenes generaciones que han nacido a la profesión en la crisis. Son los cinco pilares.

- Las nuevas generaciones de arquitectos ya no desprecian las plazas en las distintas administraciones, que antes eran difíciles de cubrir.

-Por un lado, las circunstancias son otras. Y, por otro, hay que cambiar el concepto de la arquitectura. Arquitecto no es sólo quien se sienta en un despacho a dibujar un proyecto. La arquitectura es plural. Ha cambiado la idea de pensar que solo se hace arquitectura desde la perspectiva del que tiene un despacho. A mi me decían, cuando estudiaba: "Tienes que ser un genio". Hoy se han acabado los genios. Se puede hacer mucho por la arquitectura desde un puesto de jefe de obra. Y si no educamos a nuestros alumnos en estas nuevas maneras tendremos malos arquitectos.

- Eso obliga a renunciar a la firma.

-Las firmas empiezan a ser colectivas, grupales. Hoy los buenos arquitectos ya están en la Administración, y ojalá haya más, su papel es fundamental.

- La crisis no es la única variable a la que adaptarse. Ahí está el cambio climático.

-Por supuesto. Pero no es una novedad. El problema es que ahora mismo da una sensación que es un reto nuevo. Y muchísimos arquitectos se suman de forma muy falsa, incluso con un estilo medioambiental, que ya es el colmo de la banalización. Pero si miramos la orientación de los edificios, uso de los materiales más próximos... La buena arquitectura siempre ha estado comprometida con el contexto, con el medio. Una confianza desmedida en la tecnología, produjo ciudades ridículas. Tienes normativas que te obligan a poner placas solares pero no te dicen que un edificio ha de estar bien orientado. O que el mejor mecanismo para ahorrar energía es tener 20 centímetros de aislamiento, no poner placas fotovoltaicas. Pero nadie quiere poner el cascabel al gato.

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