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Una parte fundamental del patrimonio artístico de Avilés, al descubierto

San Nicolás de Bari, el baúl de la Historia de Avilés

La parroquia descubre sus tesoros, que van de una pila romana a un cáliz donado por Isabel II, en el inicio del 150.º aniversario de su traslado al primitivo monasterio franciscano

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Las joyas de San Nicolás de Bari.

"Hace 150 años, trasladaron la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari de la calle de La Ferrería a la actual San Francisco". El que habla es Alfonso López Menéndez, el actual párroco del templo más antiguo de Avilés, tanto que guarda vestigios de más de veinte centurias de historia, desde una pila bautismal de origen romano a un friso del siglo VIII que luce en el claustro del antiguo monasterio, el patio del colegio. "Es, probablemente, el elemento arquitectónico más antiguo de Avilés", dice el sacerdote. Pero hay más tesoros: unos arcos que "ya estaban aquí" antes de la llegada de los frailes (en el siglo XIV) y restos del retablo del monasterio de La Merced.

"San Nicolás de Bari guarda la Historia de Avilés", apunta López Menéndez, que abre las puertas de la iglesia de San Nicolás de Bari a LA NUEVA ESPAÑA para mostrar todo cuanto oculta un templo que nació como convento franciscano y ha terminado como la parroquia central de la ciudad. "Los avilesinos siempre queremos conocer nuestra historia. Mucha de ella está aquí", prosigue.

Las joyas de San Nicolás de Bari incluyen los libros de los bautizos de los avilesinos que nacieron a partir de 1599. "Desde entonces y hasta ahora mismo, en 2017", apostilla el párroco. Y también cantorales "muy usados por los frailes que son del siglo XVI y del XVIII". Los franciscanos se establecieron en un monte extramuros de Avilés. Fue en el siglo XIV. "Posteriormente, levantaron la iglesia mirando a la ciudad y dejaron tras ella el convento y sus huertas. Llegaban hasta la entrada de Galiana del parque de Ferrera", explica López Menéndez.

"Los franciscanos no fundan nada: se establecieron en una antigua iglesia, probablemente, dedicada a Santa María", señala. "Por eso, existen restos anteriores a su llegada", apunta. Los más significativos son los arcos de acceso a la antigua sala capitular (la actual capilla de la Inmaculada). Estos arcos están también en el claustro del antiguo convento, fuera, entonces, del alcance de los vecinos de Avilés, que sólo pisaban la iglesia, que, al principio, sólo tenía una nave. La pila bautismal, por ejemplo, se encuentra en el antiguo vestíbulo de la clausura. "Es un capitel romano que trajeron de la propia Roma. Pedro Solís, un cura avilesino, fue protonotario del Papa Borgia", señala. Este antiguo capitel estaba en el templo que la calle de La Ferrería, de donde llegó a San Nicolás con el traslado.

Esta historia de la mudanza de la iglesia de Avilés es un tanto compleja: el templo de San Nicolás original es la actual iglesia de San Antonio (popularmente conocido como la de Los Padres). Hace 150 años, los curas cogieron todos los trastos y se trasladaron al edificio que había sido abandonado por los frailes franciscanos después de la desamortización de Mendizábal (en 1836).

"La parroquia de Avilés, a partir de entonces, fue esta", señala López Menéndez. La historia se complica con el regreso de los frailes (1919). "Se establecieron en la vieja iglesia, la de La Ferrería", cuenta. "Lo que conmemoramos es el traslado definitivo, en 1868", apunta el cura, en la sacristía de San Nicolás. "Esto es un lujo: del Barroco", asegura.

La orfebrería es también parte de los tesoros escondidos de la iglesia: un cáliz que regaló la reina Isabel II cuando visitó Avilés y también otros dos copones que dejó a la parroquia Alonso Rodríguez de León entre 1627 y 1630. "Y tenemos los frescos que pintó Espolita y que mejor se conservan en un sitio público de Avilés", recalca.

Los del Sagrado Corazón, en Villalegre, están pendientes de restauración. Los Espolita fueron una familia de artistas muy popular a mediados del siglo pasado en la villa. "Además, tenemos aquí también, en la sacristía, las recreaciones de los santos franciscanos que hicieron los hermanos Soria", señala López Menéndez. Los Soria son otros artistas avilesinos reconocidos, como Favila, que es el autor del retrato de Ángel Garralda, el cura que más tiempo se mantuvo al frente del baúl de la historia de Avilés y ahora párroco emérito. "El otro retrato es de Teodoro Martínez Cueto, el único sacerdote que ha estado al frente de las dos iglesias más importantes de Avilés: la de Santo Tomás de Cantorbery y la de San Nicolás", concluye su sucesor, en medio de los tesoros de la ciudad.

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