La iglesia de San Miguel de Quiloño, adornada de rojo sangre, acogió ayer la fiesta sacramental, que comenzó con una misa solemne oficiada por el párroco Daniel Fernández Díaz. Después salió la procesión por los alrededores del templo. Tras los actos religiosos, los vecinos y visitantes participaron en un aperitivo en el atrio de la iglesia -como muestra la imagen-, que se prolongó hasta la hora de la comida. De esta forma la fiesta se aprovechó para estrechar lazos de vecindad y convivencia.