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KEITH STUART | Periodista de "The Guardian" y autor de "El niño que quería construir su mundo"

"Los videojuegos deberían contar historias emotivas, no sólo cazar zombis"

"Para gente con autismo es mucho más fácil jugar a la consola que al Lego"

Keith Stuart. RICARDO SOLÍS

Keith Stuart (Bletchley, Reino Unido, 1971) escribió la novela "El niño que quería construir su mundo" (Alianza, 2017) tras descubrir que el videojuego Minecraft (similar al Lego) le había acercado a su hijo pequeño, con autismo. Stuart es periodista, trabaja en "The Guardian" y es redactor jefe, precisamente, de la sección de videojuegos. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA en pleno Festival Celsius 232, que ayer despidió su sexta edición con éxito y aplausos.

- ¿Por qué se decidió por una novela y no por un libro de autoayuda?

-No quería escribir un libro de autoayuda ni tampoco unas memorias porque me pareció que hubiera sido un poco invasivo con mi familia y mi hijo y eso no era justo. Lo que buscaba era tocar las emociones, escribir algo conmovedor porque creo que eso es precisamente lo que ayuda más a comprender lo que son los trastornos del espectro autista. Además, la novela permite llegar a más lectores. Un manual, un libro de autoayuda, no lo va a leer alguien que no tenga que ver con el autismo. La narrativa es la mejor forma de transmitir un mensaje y cuenta mejor lo que tenía entre manos. Cuando voy a dar charlas se me acercan personas que me dicen que les han regalado el libro a los abuelos o a los amigos y que les ha resultado más práctico que otros títulos de no ficción.

- ¿Cuándo descubrió que el Minecraft le ayudaba a comunicarse con su hijo?

-A finales de 2012 asistí a un evento para la prensa de Microsoft. Zac, por entonces, tenía siete u ocho años. Descubrí el juego y lo vi y me dije: "Esto le va a gustar a Zac". A él le interesaban los videojuegos, jugaba al "Little Big Planet", que permite construir, aunque de manera más reducida, y disfrutaba mucho creando. Recuerdo que cuando se lo puse, se le iluminaron los ojos. Minecraft es un poco como un Lego. Se trata de crear elementos, formar sistemas, ciudades.

- Usted lo ha dicho: Minecraft es semejante al Lego. ¿Zac lo percibía así?

-En parte sí son semejantes: Minecraft y Lego parten de piezas que levantas y construyes máquinas que producen comida, ascensores... Son muy parecidos, pero en Minecraft todo ocurre en una pantalla y lo manejas con el mando de la consola. Para la gente con autismo es mucho más fácil jugar con la consola que manipular los objetos tridimensionales como el Lego, por paradójico que parezca.

- Los periodistas contamos lo que de verdad ocurre, pero usted, en la novela, recrea lo que le sucedió. ¿Cómo fue ese tránsito?

-Yo creo que en la ficción hay también verdades universales. Escribir ficción es un trabajo imaginativo: no escribes los hechos, pero exploras esas verdades universales. En la novela hay muchas escenas que están basadas en la realidad: hay un momento en que Alex lleva a Sam al parque y es un desastre porque le persigue un perro y el niño lo pasa fatal. Claro, está basada en historias reales que nos pasaron a nosotros. Todas estas cosas apelan a verdades universales con las que cada uno se puede más o menos identificar: intentar encontrarte con tu hijo a mitad de camino entre su realidad y la tuya.

- Los videojuegos no tienen el mismo "glamour" que el cine y la literatura. ¿Qué paso hay que dar para que se puedan igualar?

-Los videojuegos deberían contar historias más emotivas, no sólo cazar zombis o monstruos.Ya los hay -"Life strange", sobre dos adolescentes-, llegan a más público que a tíos de 25 años que están en su habitación encerrados y jugando.

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