Ni un olvido del arquitecto, como se llegó a especular, ni una cuestión de diseño... La ausencia del tradicional buzón exterior en la nueva oficina postal que Correos ha abierto en Avilés es intencionada y tiene que ver con la seguridad de las instalaciones y de la correspondencia. Las gamberradas que se perpetran introduciendo todo tipo de objetos por las ranuras destinadas originalmente a meter las cartas franqueadas, e incluso atentados contra el correo usando materiales inflamables o corrosivos, han llevado a los responsables del ente púiblico postal español a suprimir las populares ranuras de los buzones en las oficinas que paulatinamente vayan siendo abiertas. La de Avilés, en la plaza de La Merced, ha sido una de las primeras y la ausencia de buzón exterior -tampoco lo hay dentro del local- dio mucho que hablar.

Según manifestaron usuarios de la moderna oficina postal, cuya apertura significó el cierre de las que funcionaban en las calles La Ferrería y Doctor Graíño, "que recojan las cartas que se llevan con el sello puesto parece depender de la disposición que tengan los trabajadores; a mí, sin ir más lejos, me mandaron usar los buzones que hay en la calle", se quejó, por ejemplo, Jesús Rivas, uno de los afectados por la nueva política de Correos.

La responsable de Comunicación de Correos para el norte de España también hizo ver, a modo de alternativa para depositar las cartas, que "a menos de cien metros de la nueva oficina de Avilés hay un buzón callejero", en referencia a los característicos cilindros amarillos ubicados en sitios estratégicos. Éstos, de momento, no parecen en riesgo de extinción como sí lo están las cabinas telefónicas. Nuevos tiempos, nuevos hábitos que convierten en obsoletos ciertos elementos del mobiliario urbano.

En otras localidades españolas donde Correos estrenó oficinas sin buzón, como Miranda de Ebro, los usuarios también dejaron constancia de su extrañeza y el sindicato CC OO instó a que los afectados presenten reclamaciones en las dependencias postales en un intento de revertir la decisión. Por la oficina avilesina pasan, de media, unas 700 personas al día; cada vez menos con cartas con el sello puesto.