La reivindicación del papel de las mujeres en las misiones internacionales de paz son realidad sólo desde el año 2000, cuando se materializó con una resolución de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Antes de esa fecha, la presencia femenina en las mesas de negociación era nula o extraordinaria. "En esa resolución se certifica lo que era evidente, que somos las mujeres y, por ende, los niños, los que más sufren durante los conflictos armados", aseguró ayer la asesora de comunicación Alexandra Issacovitch en el chalé de La Granda, que acogió durante toda la jornada de ayer el curso "Problemas principales de seguridad y estabilidad internacional en 2017", un seminario dirigido por el exdiplomático madrileño Servando de la Torre.

Issacovitch, que ha trabajado para la ONU, el Ministerio de Exteriores español y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), intervino en La Granda como miembro de la asociación de diplomáticos Spanish Women International Security (SWII). "Sorprendentemente, las organizaciones internacionales se pusieron a pensar hace bien poco en que la situación de las mujeres como víctimas era un problema real porque el hecho de atacar a las mujeres es atacar a toda la sociedad". De esta meditación salió el primer documento oficial que reclama "más mujeres participando en los procesos de decisión, en las mediaciones, en las misiones de paz, en el terreno, en papeles de liderazgo para que estas misiones lleguen a buen término y para que haya un acuerdo de paz duradero", aseguró la asesora internacional.

"Nosotras ayudamos en la resolución del conflicto, en la prevención, en que esa paz sea duradera. Si no metes a las mujeres en la mesa de negociación la paz no será duradera", apuntó Alexandra Issacovitch. "Alcanzar este objetivo es muy complicado, más en países árabes. No se puede olvidar que estos acuerdos de paz no se pueden conseguir tampoco sin los hombres, porque esto es una cosa de la sociedad completa. Hay que ponerse a trabajar".