"El cucho en Asturias es válido para pequeños cultivos, para salir del paso. Ahora bien, para la agricultura intensiva, para un rendimiento alto por hectárea, el cucho no da. Una tonelada de cucho sólo produce un 0,3 por ciento de nitrógeno, mientras que una tonelada de nuestros productos alcanza el 27 por ciento. Sólo hay que multiplicar por cien". Quien así habla es Jesús Alberto González Martínez, que es el director de la fábrica que tiene la multinacional Fertiberia en la localidad corverana de Trasona. "Tenemos que pensar que somos 7.500 millones de personas en el mundo que se alimentan con lo que sale de 700 millones de hectáreas cultivables. Pensamos que tenemos un pequeño huerto en Asturias y que podemos vivir de él, pero eso no nos va a dar de comer a todos", aseguró.

González Martínez es consciente de que sus afirmaciones acerca de las bondades de los fertilizantes pueden crear controversia, pero también sabe que "no hay ningún estudio que demuestre que un producto cultivado con agricultura ecológica sea más sano que un producto cultivado con el uso de fertilizantes químicos".

Esta idea la defendió el director de Fertiberia aplicando el argumento de que "las plantas sólo absorben una docena de los elementos incluidos en la tabla periódica. De ellos destacan el nitrógeno, el fósforo y el potasio. Con esos tres elementos, la planta nace y se desarrolla. Se da la circunstancia de que el principal elemento que consume una planta es el nitrógeno -en un 60 por ciento- y éste se presenta casi siempre en forma gaseosa. Sólo hay dos maneras de que baje al suelo: mediante una tormenta eléctrica o a partir de las plantas leguminosas, que son fijadoras de este elemento", explicó el responsable de Fertiberia en Asturias. "Las plantas necesitan el nitrógeno porque ensambla ácidos nucleicos, aminoácidos y proteínas; es decir, las hace más fuertes", añadió.