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Un fotógrafo "amigo" de sus modelos

"Retrato a conocidos porque no me siento capacitado para aceptar encargos", asegura Pelayo Campa, que trata de labrarse un nombre en el sector de la imagen artística

Varios de los retratos fotográficos del artista.

Las pasiones de la más tierna infancia suelen ser el motor de la edad madura. Cuando Pelayo Campa descubrió por casualidad un libro de fotografía de desnudos en la biblioteca de su colegio, encontró la suya. Desde entonces no ha dejado de mirar la vida a través de un objetivo. A sus 35 años, practica, "como mera afición" el arte de dibujar con la luz siempre que puede y aspira a que algún día sea más que un "hobby".

Natural de Salinas, Campa comenzó a hacer fotografías "más en serio" hace unos 11 años, como consecuencia del "boom digital" de la época. "Siempre me había llamado la atención, pero cuando descubrí la facilidad tecnológica de las nuevas cámaras me hice con un equipo modesto y comencé a hacer fotografías más a menudo", comenta. No obstante, y aunque asegura no poseer el don de la paciencia, a Campa le gusta lo antiguo. Asegura que en ocasiones todavía utiliza el revelado tradicional de negativo. "Antes vivía en Miranda y usaba la habitación de la lavadora como cuarto oscuro para trabajar. Cada vez recurro menos a lo analógico porque soy muy nervioso, pero es un proceso que tiene su atractivo al tomártelo con más calma", señala, aunque incide en que prefiere alejarse de "las corrientes puristas" y adora la edición instantánea de su teléfono móvil.

La pasión de este castrillonense todavía no ha trascendido al plano profesional. Pero gracias a su constante trabajo, poco a poco se le van abriendo más puertas. Campa ha participado ya en varios proyectos expositivos y ha realizado "algún que otro catálogo" para revistas y diseñadoras de moda, aunque prefiere trabajar por libre y sin la presión de un contrato. "No suelo aceptar encargos porque no tengo ningún tipo de formación, no me siento capacitado", reconoce. Por ello, para sus sesiones fotográficas suele recurrir a amigos o conocidos de su entorno. "El problema de que la gente te pida fotos es que sabes que van a querer salir guapos y a mí eso no me sale de forma natural, no me gusta", asegura. Él prefiere que sus modelos antepongan "la calidad artística" de la fotografía a sacar su mejor perfil.

Desde aquel descubrimiento de un libro de fotografías de figuras sugerentes en la biblioteca de su colegio, el contorno de los cuerpos sigue siendo su preferencia fotográfica, junto a la temática paisajística. "Tengo muchas imágenes de playas y océanos, pero sigo prefiriendo inmortalizar cuerpos o formas que me llamen la atención", apunta. La "magia" de fotografiar el cuerpo humano reside, según Campa, en la posibilidad de jugar con los claroscuros y los contrastes de líneas. "No pienso en encuadres ni técnicas porque no tengo formación. Pero me intereso en si lo que estoy viendo tiene una luz peculiar o si una línea me destaca a la vista", explica.

Campa recibió una beca estatal el año pasado que le permitió asistir a una clase magistral con el fotógrafo madrileño Eugenio Recuenco. "Lo tomo de ejemplo por su forma de fotografiar modelos de alta costura. Tiene una visión única y cinematográfica", asegura

A día de hoy, su hijo de 6 años parece apuntar maneras y Campa presume de genética mostrando algunas de sus mejores fotografías. "Yo creo que me ve y trata de imitarme, pero la verdad es que se le da bastante bien para la edad que tiene", agrega. Para este año se ha marcado un objetivo: regresar a su "rutina fotográfica", que reconoce tener "algo abandonada", e intentar participar en algunas exposiciones de la zona, como ya ha hecho hace años en muestras conjuntas con fotógrafos locales tan destacados como Sara Castaño, Rebeca Martínez o Rafael Fernández.

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