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DANIEL FREIRE | Actor, representa "El cíclope y otras rarezas del amor" en el Niemeyer

"Le tengo miedo a la cámara, me da pudor; en el teatro me siento más seguro"

"El amor puede ser lo más grande o la cárcel más terrible; el público se sentirá identificado en muchos momentos de 'El cíclope'"

Daniel Freire, en un ensayo de "El cíclope". DAVID RUIZ

A Daniel Freire (Buenos Aires, 1961) le encanta Asturias. El Tom de la serie "Doctor Mateo" disfrutó durante aquellos rodajes en Lastres de escapadas por una región de la que le gusta "todo": "El verde, el mar frío, la gente encantadora, la comida..." Su trabajo lo ha traído en numerosas ocasiones a los escenarios asturianos. El viernes regresa a Avilés, donde representó hace poco más de un año "Hamlet". Esta vez se sube al escenario del Niemeyer (viernes, 21.30 horas) con "El cíclope y otras rarezas del amor", estreno absoluto que dirige Ignasi Vidal.

- Durante 186 episodios fue Aquilino Gonzáles en la serie "Amar es para siempre". ¿Qué ha supuesto ese papel?

-Un actividad diaria como "Amar" es un entrenamiento fundamental para un actor. Exige estar con la cabeza a mil todo el tiempo, estudiando y grabando. Te da mucho entrenamiento, una capacidad muy grande de agilizar la memoria. El equipo de trabajo era maravilloso y el personaje que yo tenía, muy bonito.

- Cine, teatro, televisión, ¿con qué se queda?

-Lo que más he hecho es teatro y es el medio en que más seguro me siento. Es donde más expuesto está un actor, pero el bagaje me hace estar más seguro. Soy tímido al trabajar y en la televisión es todo al instante, me gusta pero me cuesta más. Y además le tengo mucho miedo a la cámara, me da pudor.

- Vuelve a Avilés, al Centro Niemeyer, con "El cíclope y otras rarezas del amor".

-Son historias de amor, sencillas escenas cotidianas que cuentan diferentes formar del amor y el desamor, donde un hecho trágico marca la vida de los personajes. Es un texto muy simple pero que lleva a la reflexión, a pensar sobre las formas de relacionarnos y sobre cuanto tenemos que aprender en cuestiones del amor, que es algo muy complejo. Puede ser lo más grande o la cárcel más terrible cuando uno se enamora de alguien equivocado. El público se va a sentir identificado en muchos momentos.

- ¿Y cómo es el trabajo con Ignasi Vidal?

-Trabajar con él es hermoso. Soy un actor lento e inseguro. Ignaci es una persona que todo el tiempo está probando cosas, duda constantemente de todo. Esa supuesta inseguridad me ayuda a estar más seguro.

- ¿Qué proyectos tiene en cartera?

-Acabo de terminar el rodaje de "Campeones", de Javier Fesser), estoy ahora con "El cíclope y otras rarezas del amor" y hay otro proyecto sobre un texto de un uruguayo que también habla de vínculos y relaciones humanas, "Pagar el pato", para el que se está buscando producción.

- En Twitter se presenta como "defensor de un mundo más justo y equitativo".

-Sí, un mundo justo no es en el que vivimos. No hay más que mirar hacia el Estrecho, o pensar en la actitud de Europa ante los refugiados, o ver quién gobierna Estados Unidos... Hemos perdido valores importantísimos que a finales del siglo XX habíamos logrado empatar. Es terrible si nos gobiernan prepotentes payasos, en el sentido peyorativo, que hacen lo que se les antoja por dinero. Se acusa de terroristas a unos cuando el mayor terrorista del mundo es Estados Unidos. No ha habido en el siglo XX un país que no haya tenido problemas con ellos. Invade con lo económico, con las armas y con la cultura.

- ¿El teatro necesita más público? ¿La cultura siempre está en crisis?

-Siempre está la necesidad de que haya más público. Es fundamental y vital fomentar el arte. Hay mucha gente que va al teatro, fundamentalmente mujeres, pero necesitamos que los jóvenes vayan más y reflexionar nosotros sobre los proyectos que presentamos para que sean atractivos para el público. A veces repetimos fórmulas que funcionan y eso espanta a un público potencial.

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