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La primera fundición de la comarca que produce piezas artísticas abre en la ría

Santiago Longo y Rudy Lobosco funden en materiales no férreos bustos, esculturas y trofeos en el polígono metalúrgico por excelencia de Asturias

Longo y Lobosco, junto a una caja con unas placas en el taller avilesino inaugurado el pasado mes de mayo.

La fundición Auriga es un oasis artístico en medio del polígono empresarial Principado de Asturias (PEPA), epicentro de la actividad metalúrgica de la comarca y "corazón" del acero asturiano. En la nave que regentan Santiago Longo y Rudy Lobosco, especialistas en restauración de bienes culturales, diseño gráfico e historia del arte, nacen monumentos escultóricos que decoran plazas y calles, bustos que homenajean a personajes relevantes, placas conmemorativas, trofeos, medallones y una larga lista de piezas realizadas en metales no férreos (aluminio, cobre, bronce, latón...) por encargo de artistas y empresas públicas y privadas de diferentes rincones del país.

Estos días, una voluminosa escultura protagoniza el centro del taller inaugurado el pasado mes de mayo. Lleva por título "Ícaro", ha sido diseñada por Manuel Díaz Migoyo y próximamente será instalada en Infiesto. Junto a ella se encuentra una pieza gemela, pero de unos 40 centímetros, y que aportó el autor como modelo para crear la obra producida por Longo y Lobosco. "Hay un desconocimiento muy grande sobre el origen de las esculturas. Por una parte, se cree que las hacen los propios artistas que las diseñan, cuando en realidad se hacen en una fundición. Además, se piensa que son macizas, y todas son huecas", indica Santiago Longo, para explicar que la producción de los moldes es uno de los procesos más importantes dentro de la fundición al ser necesarios para la fabricación de las ceras para fundir.

La relación que se establece entre el artista y cliente con el fundidor es muy estrecha, reconocen los regentes de Auriga, que se conocieron siendo estudiantes de la Escuela Superior de Arte del Principado. "Se crean unos vínculos muy cercanos porque el artista pasa con mucha frecuencia por el taller a vigilar la obra, interviene en el proceso y a veces realiza cambios", comenta Rudy Lobosco. Al igual que su compañero resalta la entrega de ambos hacia el trabajo que realizan y califican de "totalmente artesanal". "Nos tomamos la obra de los clientes como si fuera propia, por eso no consideramos esto un negocio y sí una forma de vivir", subraya Santiago Longo.

El bronce es uno de los materiales más utilizados en la nave de la fundición Auriga. Es muy demandado "por los artistas consagrados y más academicistas, confirman los fundidores. Por contra, los más jóvenes, "con conocimientos de técnicas modernas, utilizan otros materiales, como plásticos y reciclados", comentan al tiempo que ofrecen alguna singularidad del bronce: "Es duro y frente a los materiales sintéticos, envejece bonito", recalca Lobosco.

A pesar de su juventud, ambos profesionales ya han recorrido un largo camino, tanto como artistas -"cuando el tiempo nos lo permite creamos nuestras propias obras escultóricas"- como fundidores, oficio que dicen se está perdiendo y han aprendido de tres maestros: Manuel Rosales, de Gijón -"a él le compramos el primer horno"-, Jorge Bianchi, fundidor y escultor, argentino al igual que Rudy Lobosco, y Juan Pascual, orfebre de Sevilla, "que nos enseñó en su casa técnicas, trucos y secretos que siempre tenemos presentes", recuerdan. Con los dos últimos mantienen un estrecho contacto y les envían fotografías y correos electrónicos para formular consultas.

A la hora de hacer un repaso a su trayectoria que arrancó en Malleza (Salas), aún recuerdan el primer trabajo: el diseño y la fundición de una escultura con forma de árbol para la médico de la localidad salense, Celia Trabanco Cimadevilla con motivo de su jubilación. A partir de entonces, se sucedieron, entre otras piezas, las "monstruas" que decoran numerosos centros públicos de Avilés, cuatro santos para un retablo de Shanghai realizados por encargo de una empresa de arte sacro de Ciudad Real, un busto del poeta Benjamín López para Boal diseño por Migoyo, u otro de José Martínez, fundador del colegio San Fernando, obra de Favila.

Para el futuro, Longo y Lobosco aspiran a crecer en su oficio, hacer más obras propias y crear una escuela taller en la que ejercer la docencia "porque en Asturias no hay fundiciones artísticas", concluyen.

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