Conocer la abundancia y distribución de la fauna que habita en los fondos marinos, en la plataforma continental del Cantábrico y del Atlántico gallego, hasta los 300 metros de profundidad, forma parte de la campaña de investigación que el buque oceanográfico "Miguel Oliver" va a realizar a lo largo de cinco semanas y dos días entre septiembre y octubre. El barco, que cumple este año su décimo aniversario, hará una parada el 10 de octubre en El Musel, al que no arriba desde 2012. Las conclusiones del estudio serán claves para negociar en Europa las cuotas de pesca de algunas de las especies más valiosas para la flota artesanal, como la merluza, el pixín y el gallo.

Se trata de especies de alto valor económico pero con cuotas criticadas desde el sector por escasas, por lo que los patrones tienen que saber dónde acudir a pescarlas y qué zonas evitar cuando completan el cupo, dado que las que capturan a partir de entonces las tienen que devolverlas al mar sin posibilidades de supervivencia.

Determinar la cantidad y localización de esas especies y otras, como la bacaladilla, crustáceos y cefalópodos, es uno de los objetivos de la campaña Demersales que el centro cántabro del Instituto Español de Oceanografía lleva haciendo cada otoño desde 1983. Este año, el barco zarpará de Vigo el 17 de septiembre y recorrerá toda la costa gallega y el Cantábrico hasta el 23 de octubre, cuando entrará en Santander tras haber realizado 130 lances de media hora con una red de dos metros de boca; las capturas son la base para hacer cálculos estadísticos de la abundancia de cada especie.

Esta campaña se estableció en septiembre porque en los años 80 se creía que era la única época del año en la que se produce el reclutamiento de merluza (cuando las larvas que viven en la columna de agua se convierten en juveniles y pasan al fondo, hábitat de definitivo de la especie). Luego se descubrió que había puestas en varias épocas del año y por tanto más de un reclutamiento.

A los ejemplares de las especies comerciales que se capturan en esos 130 lances se les mide, pesa y se calcula su edad (mediante la extracción de una pieza ósea del oído). Los datos que se consiguen con estos estudios anuales permiten validar o corregir las estimaciones de stocks de pesca y predecir la que va a haber el año siguiente. En ese sentido, tienen una influencia alta a la hora de que España negocie en Europa las cuotas pesqueras.

La labor investigadora en esta campaña incluye otros factores que influyen sobre la pesquería. Por un lado, se analizarán los contenidos estomacales de los peces, para saber de qué se están alimentando. También se miden las condiciones del medio, como temperatura, PH, salinidad y las corrientes. El estudio de los sedimentos y los organismos que viven en el mismo, completan esa faceta de la campaña.

También se marcan especies con tasa de supervivencia a la captura elevada, como congrios, rayas y tiburones, antes de devolverlos al mar. Esto permite conocer su movilidad y crecimiento cuando posteriormente los ejemplares son capturados por algún pesquero.

La influencia del cambio climático, que está haciendo que entren en el Cantábrico especies que antes no lo habitaban, es algo que también está en el objetivo, si bien hace falta aún varios años de observación para determinar el alcance de esos cambios.

Sobre las especies de gran tamaño, como el bonito y otros túnidos, no se realizan campañas, sino que su abundancia se estima a partir de modelos que tienen en cuenta las capturas de las flotas y el esfuerzo que tienen que hacer para cubrir el cupo. Este sistema podría cambiar si cuaja el método que se está planteando en Baleares para realizar una estimación indirecta a partir de las fases larvarias de los túnidos.