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JUAN JOSÉ JAMBRINA | Director de Salud Mental de Avilés, acaba de leer su tesis

"El 'modelo Avilés' ya interesa a los grandes hospitales de Madrid y Barcelona"

"Esperamos el despegue en Europa del tratamiento asertivo comunitario, al que ahora se sumará Alemania"

Juan José Jambrina, ayer, en Salinas. RICARDO SOLÍS

El doctor Juan José Jambrina, director del área de Salud Mental de Avilés, acaba de leer en Madrid su tesis sobre el "modelo Avilés", que le hizo acreedor de un sobresaliente y está propuesto también para la mayor calificación posible, el cum laude. Tras unos días de descanso en su tierra, León, ayer regresó a casa.

- ¿Podría decirse que la tesis es un trabajo paralelo a su labor profesional?

-Sí. Yo empecé con otro tema de tesis, sobre la historia de la psiquiatría. Pero hace siete años hice un cambio porque yo veía que en lo otro no avanzaba, aunque ahora lo retomaré. Decidí que había que meterse con el tema del ETAC (equipos de tratamiento asertivo comunitario), que conocía mucho mejor. De todos modos me llevó tiempo, tuve que recopilar mucha bibliografía. Lo que plantea la tesis es proponer el "modelo Avilés" como el modelo sobre el que se puede incorporar el tratamiento asertivo comunitario a la realidad española. El modelo norteamericano no nos vale, porque la realidad de asistencia sanitaria no es así. El de Holanda tampoco, allí es todo privatizado. Se trata de ver qué recursos tienen las comunidades, qué puede el Ministerio exigir a todos sus servicios de Salud Mental. Porque aunque no hay capacidad ejecutiva sí la hay legislativa.

- ¿Va a presentar esas conclusiones?

-Lo haremos el miércoles en el IV Congreso Europeo de Tratamiento Asertivo Comunitario, en Hamburgo. Tiene casi 600 inscritos y por primera vez se incorpora Alemania, que es un país potentísimo. Y pensamos que este año va a ser el del despegue a nivel europeo. Alemania es la locomotora. Inglaterra se queda fuera, con los ingleses ya no se puede contar para nada, así que vivimos a expensas de la inercia de los españoles, de los italianos, holandeses y nórdicos. Y ahora se incorpora Alemania.

- ¿Qué le llevó a pasar de ser un psiquiatra más a meterse de lleno en la puesta en marcha de este tipo de intervención comunitaria con los pacientes?

-La respuesta es la historia de mi vida profesional. Llegué a Asturias en el año 92, como residente. Para mí venir a aquí, algo que otros entendían como un desastre, fue una suerte, una continuidad vital. Vi el mar por primera vez en Salinas, donde ahora vivo, con seis años. Era donde veníamos unos días de vacaciones. Empecé la residencia en la unidad de agudos, que estaba en el Hospital de Caridad. Yo veía a mis compañeros en los hospitales clínicos de Madrid, Barcelona, hospitales sofisticadísimos... y yo entré como único residente en un hospital que no llegaba ni a cien camas. Los primeros meses fueron duros. Lo que sí tuve fue la suerte de poder ver a los pacientes con calma. Y tuve un jefe, Enrique Peñuelas, que se desvivía por los pacientes graves y crónicos. De ahí me vino el interés por el esquizofrénico residual, el desahuciado, el que tiene todas las cruces puestas encima. Cuando llegó el momento de decidir qué tipo de paciente era el que más interesaba, me quedé con los crónicos. Con Enrique Peñuelas tenía discusiones alucinantes, yo veía que él se preocupaba mucho por los pacientes pero había unas tasas de reingresos y de abandono de tratamiento terribles. Se había avanzado mucho pero el interés que había era cerrar el psiquiátrico a costa de lo que fuera.

- Vamos, que usted estaba a favor del cierre pero con calma y planificación.

-Claro. Era el año 1992, no se había culminado todavía el cierre del psiquiátrico. Hubo algún caso en las que nos negamos a sacar al paciente del psiquiátrico por las condiciones que tenía. Estaban tan deteriorados... y no había recursos para atenderlos. Por ponernos la medalla de cerrar el psiquiátrico no hay que hacer pasar a las familias por ciertos tragos. Tuvimos una ruptura importante, y me fui.

- ¿El problema era entonces el alto índice de ingresos en los hospitales?

-Exacto. Y ver qué se hacía con los que ya estaban en casa. Había gente que ingresaba 50 veces al año, hasta 67 incluso. Eran ingresos de uno o dos días, pero el seguimiento claramente estaba fallando. Así que me fui a Gijón y luego a Madrid, allí estuve cuatro años y ya entonces contacté con la gente de la Autónoma de Madrid y empezó a surgir la idea de estos equipos. Finalmente en 1999 me llamó Enrique Peñuelas y me dijo que había conseguido que se convocara una plaza para montar en Avilés un equipo de tratamiento asertivo. Fue una decisión dura, mi mujer estaba haciendo la especialidad en Madrid. Pero la idea era muy atractiva y me presenté a la oposición. Salieron cuatro plazas, para otros puntos de Asturias, que no me interesaban. Y me quedé el quinto, el primero para elegir las plazas interinas, o sea que pude elegir Avilés. No aprobar fue injusto, pero me hicieron el mayor favor de mi vida.

- Es decir, que en un principio el "modelo Avilés" no tenía ni una plaza fija.

-No, empezó como proyecto piloto, fueron despectivos con nosotros a más no poder. Nos constituimos. Y fue una suerte inmensa la gente que entró en el equipo, que menos yo, entraron todos por azar. De los cinco que empezamos, cuatro seguimos juntos todavía. Y a partir de entonces se dotó con más personal y empezamos a crecer, a estar más presentes y a valorarse el trabajo. En 2002, cuando se cierra el psiquiátrico, se abrió el ETAC de Oviedo; ya teníamos acompañamiento.

- ¿Cómo consiguió reducir los ingresos de los pacientes?

-Empezamos a intentar orientarnos, no había dispositivos similares en España. Tuvimos que salir fuera a Londres, Birmingham, EE UU y Canadá. Había pautas pero el problema era adaptarlo a nuestra situación. Empezamos por cambiar el nombre, pasamos de ser de un equipo de seguimiento y cuidados integrados a ser ETAC, y así entramos en todas las redes de conexión internacional. En España teníamos una cantidad de críticos increíble. Los ETAC de EE UU e Inglaterra trabajan 24 horas al día, 7 días a la semana, pero su coordinación es inexistente. No pueden llamar, como aquí, a la unidad de agudos para dar instrucciones para el fin de semana. O a la comunidad terapéutica. Me di cuenta de que podíamos aprovechar esa coordinación. Me gusta más hablar de "modelo Avilés" que de ETAC, porque depende de la coordinación con todos los recursos del área. Es la diferencia con otros países. Eso, y que los pacientes estabilizados reciben el alta para que les haga el seguimiento el centro de salud mental. Hay 50 pacientes que llevan 10 años con nosotros y que nunca podremos dejar, pero en 18 años hemos dado 75 altas.

- Del trabajo de estos 18 años al frente de la ETAC de Avilés, ¿cuál ha sido su mayor satisfacción?

-Hay dos muy relacionadas: el poder sacar adelante a gente que estaba desahuciada, que llevaba años metida en casa, que los padres nos se atrevían a decirles nada... y luego la diseminación del modelo. Cambió totalmente el cómo se pasó a tener en cuenta a las personas con enfermedad grave mental en toda España. En Avilés el número aproximado de esquizofrénicos es de 1.000, y nosotros atendemos a 144. El resto están en los centros de salud mental, en la sanidad privada?

- ¿Cree que se apostará definitivamente por el tratamiento asertivo comunitario?

-Tengo esperanzas. Es tan llamativo y claro que es la mejor vía de atención que si todavía seguimos pensando por dónde tirar... Este sistema garantiza una continuidad de cuidados, es lo básico, aquí nunca se rompe. Nos parece un sistema muy rentable. Además cómo no darlo, si es lo mejor. Vale, es para un 45% de los pacientes graves, pero para esos es lo prioritario. Y se les está negando el acceso al dispositivo que las evidencias científicas dicen que es el mejor. Ahora empiezan los grandes hospitales de Madrid y Barcelona. Las indicaciones de Ministerio son reducir camas de pacientes crónicos, y van a acabar implantando los ETAC. Ahora a ver qué pasa con los alemanes. Hay países que están apostando mucho por lo comunitario: Portugal, España, Italia, incluso Francia. Y hay países que están haciendo el paripé con que todo muy comunitario pero la realidad que vemos es que no acaban de creerse lo que están diciendo.

- ¿Cómo abordar los retos a nivel europeo?

-Intentaremos elaborar un documento de mínimos de tratamiento comunitario en toda Europa. Hay países, como Holanda, donde las familias abandonan a los pacientes de Salud Mental.

- Llegó a Avilés por casualidad y ahora está a la espera del cum laude. No ha estado mal, ¿no?

-Sí, no tengo más que agradecimiento para Avilés. Es un área que permite trabajar bien, permite que ciertas iniciativas se puedan poner en marcha con cierto apoyo social. No me planteo cambiar de área en Asturias. Es donde más cosas se pueden hacer... Y queda todavía mucha tarea pendiente.

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