Un motorista puso en jaque a las policías locales de Avilés, Gijón y Oviedo la noche del pasado lunes. El conductor, un avilesino de 45 años, protagonizó una persecución durante más de 30 kilómetros que empezó en la calle Juan XXIII y acabó con el hombre detenido después de que los agentes cortaran al tráfico la autovía del Cantábrico a la altura de Viesques (Gijón). Conducía a gran velocidad y de forma temeraria, "puso en peligro" al resto de conductores y dio positivo en drogas y alcohol. Pero no se quedó ahí. Al día siguiente, la Policía le dio de nuevo el alto cuando iba a en un turismo y volvió a dar positivo, en ese caso solo en alcohol.

La "película" comenzó el lunes sobre las 23.50 horas. Entonces, una patrulla fue testigo de un derrape de una motocicleta al salir del estacionamiento que ocupaba en la calle Juan XXIII. A través del registro de vehículos de la Dirección General de Tráfico, los agentes comprobaron que el vehículo tenía la inspección técnica caducada. Según el Ayuntamiento, los agentes intentaron darle el alto en la avenida San Agustín, pero el conductor "aceleró de forma brusca no respetando la fase roja del semáforo del cruce con la calle Severo Ochoa". Continuó su huida por camino de Heros, Miranda, Alfaraz y la carretera a Grado hasta llegar a la Cruz de Illas, desde donde accedió a la autovía del Cantábrico, en dirección a Oviedo y Gijón.

Los policías avilesinos avisaron entonces a la Policía Local de Gijón y Oviedo para tratar de detener al motorista, que finalmente se fue en dirección Gijón. Los agentes cortaron la entrada a la ciudad por El Llano y le obligaron a seguir por la A-8, donde fue detenido a la altura de Viesques. Ahí los agentes cortaron completamente el tráfico, obligando al conductor a detener la marcha.

En el atestado, los agentes aseguran que la conducción del avilesino fue "temeraria": "No cumplió las normas más básicas de circulación, tales como la de no respetar luces rojas de semáforo, no ceder el paso en intersecciones, invadir los carriles de sentido opuesto y circular a más de 150 kilómetros por hora en varios tramos de la persecución, llegando a poner en peligro al resto de usuarios de la vía". La Policía le imputa dos delitos contra la seguridad vial: el de conducción temeraria y conducir bajo la influencia de alcohol y drogas. Carecía además de permiso de conducción de la clase A (exigido para circular en motocicletas) y no podía conducir al no haber realizado el curso exigido después de una sentencia penal de privación de permiso.