"El día que me acepté como alcohólico dejé de luchar y empecé a ser feliz". Así resumió su experiencia como adicto uno de los asistentes a la reunión de ayer de la asociación Alcohólicos Anónimos de Avilés, que congregó a más de medio centenar de miembros y familiares en el auditorio de la Casa de Cultura en su 50.º aniversario. El evento contó también con la presencia de la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, que explicó que este tipo de reuniones son "muy duras de escuchar", pero "tremendamente necesarias".

Al comienzo de la reunión, uno de los componentes de la asociación recordó la importancia de mantener el anonimato fuera de la asociación. "Lo que vale es el mensaje, no los mensajeros. Es vital que al salir de esta reunión nadie comparta la identidad de ninguno de los que nos identifiquemos por nuestros nombres", explicó. También recordó que la esencia de Alcohólicos Anónimos reside en su independencia. "No estamos afiliados a ninguna entidad ni nos identificamos ideológicamente con ningún partido. Alcohólicos Anónimos no se presta a ninguna disputa ni etiqueta más allá que la de estar sobrio". Esta independencia de ideas se traslada también al ámbito económico. La asociación no recibe, según sus integrantes, ninguna ayuda económica de entidades privadas y externas. "Funcionamos con nuestros propios recursos para no deber favores a nadie y poder centrarnos en nuestro verdadero objetivo", sentenció el integrante.

Dos de los miembros de la asociación se animaron también a compartir su experiencia personal con la bebida. Uno de ellos aseguró haber empezado a beber con tan solo 14 años. "Veía beber a mis jefes y empecé a imitarles para moverme mejor en el trabajo. Me parecía algo normal, una cuestión de integrarme socialmente", explicó. Como cualquier adicción, el problema acabó por ser la rutina. "Pasaron los años y me di cuenta de que no podía ir al cine porque era incapaz de estar dos horas sin echar un trago", reconoció. Hace unos años, su mujer le animó a asistir a una reunión de Alcohólicos Anónimos. "Fue la mejor decisión de mi vida", presumió. Según el anónimo, y tal y como confirmaron después muchos de sus compañeros, el paso esencial es aceptar la existencia de un problema. "El día que lo reconocí y me acepté como alcohólico, dejé de luchar y pude pedir ayuda. Así empecé a ser feliz", sentenció. Otra de las compañeras reunidas reconoció que para ella fue también muy difícil reconocerse alcohólica. "Yo sabía que era una borracha, pero no sabía que fuese una enfermedad. Cuando me hablaban de esta asociación pensaba que era una secta, pero este sitio me ha salvado la vida", aseguró. Fue su hija la que le animó a contar su historia.

Los datos que ofreció después el grupo confirma esta tendencia: los integrantes de la asociación suelen acudir por recomendación de sus familias. Es por ello que dentro de este colectivo se encuentra también la Asociación de Familiares de Alcohólicos (Al-Anon). Una de sus miembros estaba presente en la sala y explicó que el problema más común de los familiares de alcohólicos es el sentimiento de culpa. "Traje a mi marido y me dijeron que yo tenía también otra reunión. Me encontré con una sala llena de mujeres con maridos como el mío. Siguen siendo mis mejores amigas hoy en día", reconoció.

La asociación sigue haciendo avances en su labor investigadora sobre la historia del grupo. Todo apunta a que la primera reunión de alcohólicos se celebró en 1969, en el hospitalillo de Ensidesa. La empresa publicaba periódicamente una revista en la que figuran artículos que hacen referencia a la existencia de este colectivo. A día de hoy, existen seis grupos activos de Alcohólicos Anónimo en la comarca.