"No sabíamos que vendríamos a un lugar tan original. Avilés parece una maravillosa fortaleza medieval". Así describían la ciudad algunos de los 760 pasajeros que atracaron ayer en el puerto a bordo del crucero "Boudicca", de la compañía Fred Olsen. Los turistas, procedentes en su mayoría de Reino Unido, pisaron tierras avilesinas a partir del mediodía y partieron a final de la tarde rumbo a Santander. La breve estancia de los viajeros dejó un buen sabor de boca a los comerciantes del centro histórico. "No habíamos recibido un crucero tan generoso desde hace mucho tiempo", aseguraron.

El matrimonio Watson, procedente de Londres, prefirió ayer seguir los consejos de una guía turística para descubrir Avilés. "Hemos visto palacios antiguos, iglesias de piedra y calles viejas y preciosas. Es una ambiente maravilloso el de esta ciudad", explicaron, y agradecieron la labor de su guía. "Se llamaba Gloria, un nombre que suena a música. No sabíamos que vendríamos a una ciudad así de extraña. Nos ha descubierto una ciudad que parece una maravillosa fortaleza medieval", aseguraron.

Los más autónomos prefirieron descubrir Avilés por su cuenta. Fue el caso de Marian Ford, de la ciudad de Derby. Ford esperaba paciente en el Parche mientras su marido trataba de sacar el encuadre perfecto de la iglesia de San Nicolás. "Estamos buscando por nuestra cuenta la parte más antigua de la ciudad. Parece que la zona entera es bastante antigua, en verdad. No nos lo esperábamos. Estamos sacando fotografías de absolutamente todo", bromeaba.

Susan y John Helme bajaban por Galiana con un mapa en cada mano. Naturales de Morecambe, en Lancashire, aseguraron que cuando se documentaron sobre la ciudad se esperaban una villa más pequeña. "En los mapas y desde el barco pensábamos que esto sería diminuto. Ahora tememos perdernos", reconocieron. En cuanto a sus planes para la jornada, la pareja aseguró haberlos cambiado sobre la marcha. "Pensábamos en hacer algunas compras, pero viendo tantas terrazas vamos a quedarnos de bares y comprar lo que sea mañana, en Santander, que según los guías tiene más tiendas", explicaron.

Joan Mary Tomlinson, que deambulaba sola por la calle de la Fruta, volvió a alabar los edificios de piedra de la zona antigua. "Este sitio me recuerda a los pueblos de Inglaterra. Los edificios de piedra son como los castillos que veía en los cuentos que leía de pequeña", aseguró.

La breve visita de los ingleses, que venían de La Coruña y que partieron a las ocho de la tarde rumbo a Santander, dejó conformes a los hosteleros de la zona. "Cubrimos unas veinte mesas a la hora de la comida y tuvimos gente en la terraza casi toda la mañana. No habíamos recibido un crucero tan generoso desde hace bastantes años", aseguró el dueño de un antiguo bar en la plaza de España. "Del 1 al 10, les doy un 4. Sacaron fotos a los camareros escanciando, pero podrían haber consumido algo más", protestaron, sin embargo, desde otro restaurante.

Los comerciantes, por su parte, notaron la estancia de los británicos, aunque los hubo algo críticos. "Hay mucho matrimonio jubilado. Solemos vender más cuando viene gente joven. Los mayores no se suelen parar tanto a comprar y disfrutan más del paisaje", explicó el propietario de un quiosco en Galiana. "Uno vino a preguntar dónde podía comprar unos playeros y algo de bebida. Otros cogieron algunas golosinas porque les hacía gracia el envoltorio", añadió la dueña de una tienda de chucherías en la plaza de España.