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La nueva cocina del San Agustín evitará confusiones en los menús de los pacientes

La instalación, que reduce a la mitad el consumo energético, incluye un programa informático que registra las dietas y elimina el papel

José Manuel Valledor, junto a un carro térmico. M. V.

El Hospital San Agustín estrena cocina. Las obras de mejora acometidas durante agosto, que finalizaron a mediados de mes, han dejado la zona de fogones totalmente transformada, con varios criterios de mejora: reducir a la mitad el consumo energético, eliminar las posibles confusiones de menús (preocupantes, sobre todo, en el caso de dietas específicas y alergias), garantizar que la comida llega en óptimas condiciones de temperatura hasta los pacientes y hacer mucho más llevadera la tarea a los trabajadores, que antes sufrían grandes contrastes de temperatura.

La empresa Mediterránea de Catering, concesionaria del servicio, ha sido la responsable de la obra, que formaba parte de sus obligaciones contractuales. La ejecución de los trabajos obligó a algunos ajustes durante el mes y medio que duraron los trabajos, y no fue posible ofrecer a los pacientes diferentes menús a elegir, como es habitual en el centro hospitalario avilesino. Ahora, sin embargo, ese servicio ya está restablecido. El director de gestión del área sanitaria, Fernando Mancheño, pidió disculpas a los pacientes por las molestias ocasionadas y agradeció, igual que Alberto Davila y José Manuel Valledor (representantes de la empresa) el esfuerzo de los trabajadores.

Prácticamente todo es nuevo. La distribución de los espacios es distinta, se cambiaron los techos y también los suelos, que ahora garantizan una gran adherencia incluso cuando se vierte agua sobre ellos, se separaron totalmente los circuitos de limpio y sucio, es nuevo todo el equipamiento de climatización y extracción, la fontanería y la electricidad, así como el tren de lavado, se garantiza una adecuada ventilación, las luminarias son led y existe ahora un decantador de grasas que evita que salgan al alcantarillado. La cámara de residuos está por debajo de los diez grados, y es nuevo el sistema de detección de incendios, así como los hornos.

Estas mejoras vienen a completar las ya iniciadas con los carros térmicos, que llevan ya unos meses en funcionamiento, y con un programa informático conectado con Enfermería que evita que a la cocina llegue ni un solo papel: todos los menús, paciente por paciente, llegan informatizados, y una dietista supervisa que cada bandeja vaya con la comida correcta. Esa personalización incluye incluso que se pueda felicitar el cumpleaños a un enfermo o que queden registradas en el historial sus posibles alergias o dietas específicas. Pero sobre todo reduce al mínimo los riesgos de equivocación.

Una vez que la comida ya está emplatada, todas las bandejas se cargan en unos carros especiales que se conectan durante 15 minutos para que una parte de las bandejas se caliente y la otra se enfríe. El sistema que se empleaba anteriormente, de bandejas isotérmicas, daba problemas, ya que se mezclaban los olores y las temperaturas. Así cada plato del menú va en su propio recipiente. Cubrir las necesidades de todas las plantas del hospital requiere 14 carros. "Hemos mejorado mucho la temperatura con la que llega la comida a las habitaciones", aseguran los responsables de la empresa.

En las cocinas del San Agustín trabajan 33 personas, que elaboran unos 300 menús diarios (en los momentos de mayor ocupación del hospital pueden llegar a los 350). Y la satisfacción de los pacientes, hasta el momento, es buena, según las encuestas de satisfacción, con una puntuación del 93 por ciento.

En lo que se refiere a los alimentos que se emplean, los responsables de la empresa aseguran que potencian las dietas saludables, tanto en la cocina como en los máquinas de "vending", que incluyen frutas de temporada y barritas de cereales, así como agua con sabores que no lleva azúcares. La multiplicación de alergias obliga también a un esfuerzo en la cocina: los celíacos e intolerantes a la lactosa son cada vez más numerosos, pero también hay personas con alergia a la cebolla, al ajo... Así que la elaboración de menús es un encaje de bolillos.

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