Durante casi dos décadas, Marino García Fernández recorrió todos los rincones de Avilés a bordo de su taxi. Todo el mundo le conocía como "Marino el Heavy", uno de los profesionales del volante más singulares de la comarca. Murió esta semana en la República Dominicana. Se cayó del tejado de la casa en la que vivía.

Según relatan las amistades que dejó en Avilés, que son muchas, García Fernández intentaba serrar una rama de un árbol que había caído en su vivienda. Fue entonces cuando tuvo el accidente que terminó con su vida, ya en el hospital. Su hermano Juan, también taxista, se encuentra ya en Santo Domingo debido al siniestro.

Marino García se subió a un taxi por primera vez poco después de cumplir los 25 años. Hace seis vendió su licencia, hizo los bártulos y se fue a Santo Domingo, donde terminó su vida, poco antes de cumplir los 50.

Pero no sólo fue conductor. Con su mujer había abierto el Ari Ari, en la calle Rivero. Tomó el antiguo Filandón, lo sometió a una obra profunda y durante tiempo combinó los dos negocios. No salió bien y cerró. Fue cuando decidió reconstruir su vida y volar al Caribe. Liquidó su licencia de taxi -tenía el número 37- y comenzó una nueva etapa. Recientemente, la República Dominicana sufrió las consecuencias de un huracán.

Marino García Fernández era una persona muy inquieta: pertenecía al Club Harley de Asturias -era propietario de una de estas legendarias motos norteamericanas-. Los compañeros del taxi le recuerdan con cariño, así como los amigos que hizo cuando abrió el bar de la calle de Rivero. No fue su primer negocios: en la avenida de Portugal también mantuvo otro similar. Le puso el nombre de El 37, una muestra de que tantos kilómetros al volante le habían dejado huella.

Hacía tiempo que Marino García había dejado Avilés, pero su memoria se quedó entre los que le conocieron, ya fueran clientes que se subían a su vehículo o los que le pedían cerveza o compartir una botella de Jack Daniel's, durante una larga noche. Los kilómetros han terminado para un hombre singular.