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VICENTE PASTOR | Artista, desmonta hoy su muestra "La extinción silenciosa de los gorriones"

"Cargo de energía mis obras y, después, esa energía se despide hacia el público"

"Siempre fui muy permeable a las cosas: nunca me encasillé en nada, siempre me gustó estar con gente que hiciese otras disciplinas"

Vicente Pastor, en la galería Amaga. MARA VILLAMUZA

Vicente Pastor (Luarca, 1959) atiende a LA NUEVA ESPAÑA en Amaga, la galería avilesina en la que durante cerca de dos semanas ha expuesto "La extinción silenciosa de los gorriones", una colección de una veintena de piezas que sobrepasan la etiqueta de pintura para acercar a Pastor a otras artes como la escultura o, incluso, la "performance". Esta tarde recoge la muestra. Promete seguir trabajando.

-Hace tiempo que su arte nace del reciclado.

-Con lo que se viene a la mano hago cosas. Depende de lo que te vayas encontrando salen unas u otras. Pero no es la casualidad, también es cuestión de dinero: los materiales son muy caros y entonces buscas cosas que puedan ayudarte.

-¿Primero el material y luego el proyecto?

-No, todo a la vez. Normalmente, yo no boceto, ni pienso nada. A lo mejor me encuentro no sé qué cosas por ahí y un buen día ese material que había encontrado o había apartado termina siendo parte de una obra.

-¿Cómo fue el tránsito de la pintura a su modo de hacer arte ahora?

-Siempre incorporé cosas a mis pinturas. Viví en los años ochenta en Avilés: aquí descubrimos un camino artístico muy importante otras dos personas y yo: Paco Fernández y Ricardo Mojardín. Nosotros tres formamos una especie de equipo-amigos. Estábamos todo el día juntos. Todo el día trabajando, todo el día por las playas, por los montes. Llegamos a desarrollar una poética artística, un lenguaje muy singular. Éramos jóvenes. Vivíamos en una ciudad que podía aportar mucho a lo que queríamos contar. Avilés era una cosa impresionante. Los desechos de la siderurgia los incorporamos a nuestra manera de entender el arte.

-El arte está en todas partes.

-Sí, claro. El arte sólo necesita unos ojos que lo miren. El arte es una forma de mirar. Así se explica todo lo que nos rodea, todos los acontecimientos del día a día.

-Artista, escultor, "perfomancer"... Quería yo ubicarle.

-Hoy en día es muy difícil calificar a nadie. La mayoría de los artistas contemporáneos somos muy eclécticos. Antes era muy difícil hacer una película, hoy con el teléfono móvil mismo te haces tu pequeña película. Siempre fui muy permeable a las cosas: nunca me encasillé en nada, siempre me gustó estar con gente que hiciese otras disciplinas. En los años ochenta, cuando un amigo mío y yo trabajábamos en el centro de imagen de la Casa de Cultura de Avilés, empezamos a hacer vídeos. Debimos de ser de los primeros en hacer vídeos en esta provincia. Con Paco Fernández y Ricardo Mojardín hacíamos "performances", pero ni siquiera las llamábamos así de aquella. No estaba de moda esa palabra. Depende de lo que en ese momento se te venga a la mano o a la cabeza, hago. No me defino de ninguna manera.

-¿Dónde se encuentra mejor? ¿En una pequeña galería, en un museo?

-Me da igual estar debajo de un puente que en la galería más perfecta del mundo. La verdad es que no importa. Me gusta mucho intervenir el espacio, cualquiera. Lo que estás poniendo en ese espacio son cosas, al final, que son vividas, que son talismanes. Primero cargo de energía mis obras y, después, en la sala, esa energía se despide hacia el público. Hablan de una manera determinada al espectador, da igual que sea desde un punto de vista abstracto o concreto.

-Ninguna de las obras que expone en Amaga tiene título.

-El título es genérico: "La extinción silenciosa de los gorriones". Las obras que compongo suelen ser series y considero cada una de esas series como una obra gigantesca.

-Comenzó con esta muestra en primavera

-Sí, sí. Lo empecé a gestar en Granada, donde viví seis meses. Allí comencé a darme cuenta de ciertos lenguajes que hasta ese momento no había utilizado. Al volver a Asturias, a finales de mayo, fue cuando comencé a trabajar sobre la exposición. Terminé a mediados de septiembre. Bastante poco tiempo.

- Su relación es larga con Amaga, ¿no?

-Tengo mucho cariño a esta galería. La primera vez que expuse aquí fue hace como quince años. Cuando resido en un lugar me gusta meterme por todos los sitios y en los ochenta era un sitio especial, con mucha vida.

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