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SABINO MÉNDEZ | Escritor, interviene en el ciclo "Palabra" del Niemeyer

"Lo más español del trimestre lo hizo Puigdemont al llegar tarde"

"Me sorprende que ahora se hable de la Transición como un relato cerrado, un pasteleo, cuando en realidad fue muy imprevisible"

Sabino Méndez. M. G. DE LA FUENTE

Sabino Méndez (Barcelona, 1961) es el autor de una de las novelas de referencia de este año, "Literatura Universal". Pero además tiene una larga trayectoria vinculada a música y literatura, primero como letrista y músico de "Loquillo y los Trogloditas"; después, como escritor y columnista. Mañana interviene a las 20.00 en el ciclo "Palabra" del Niemeyer.

- Músico, novelista, letrista... ¿Con qué se identifica más?

-Sencillamente soy un escritor. Cuando montamos un grupo de amiguetes a los 16 años, como era el que le gustaba escribir asumí el escribir las canciones. No nos podíamos entonces imaginar que aquel grupo de adolescentes se convirtiera en un grupo de éxito. Que nos hizo ganar muchísimo dinero, nos hizo muy populares, y gracias a eso he podido escribir cosas no tan comerciales.

- ¿Fue el éxito el que le permitió dedicarse a la literatura?

-Como era de familia modesta me parecía que estaba fuera de mi alcance dedicarme profesionalmente a la escritura. En este país escribir es llorar... Lleva su tiempo, es difícil compaginarlo con un trabajo normal, requiere una calma que no veía a mi alcance. En aquél entonces seguía escribiendo pero casi no tuvimos tiempo para pensar. Ahora un grupo joven graba disco a los 28 años, nosotros lo grabamos con 19, y llegó el éxito. Fue después, al dejar el grupo cuando tuve que reflexionar sobre lo que había pasado y sobre mi futuro.

- Y ahora llega "Literatura Universal", que está considerado uno de los libros del año. ¿Reconforta?

-Sí, es un libro complejo de esos que haces por placer, no pensando en vender. Es un desafío personal. Y podían pasar dos opciones: que no lo entendiera nadie o que como es muy personal y se sale de la norma cayera en gracia y empezara a ir de boca en boca. Y es lo que está pasando.

- El título me recuerda horrores a un manual del instituto.

-Esa es la idea, está hecha con ese humor. Vengo del mundo del rock y de las canciones, donde el título es muy importante. Nos gusta jugar con la ironía desde el título, hacer bromas.

- ¿Por qué decidió novelar sus vivencias de los años de la Movida?

-Bueno, los escritores debemos mirar a nuestro alrededor y contar lo que vemos. Y una de las experiencias más particulares e irrepetibles fue la que viví en la década desde 1976 a 1986, un periodo de 10 años en que se estaba construyendo la democracia española. Me sorprende que ahora se hable de la Transición como un relato cerrado, un trapicheo, un pasteleo, cuando en realidad fue muy imprevisible, no sabíamos si iba a acabar bien, eso justifica un poco nuestros comportamientos suicidas. La España de 1976, era sórdida, gris, pobre. Ahora nos volvemos cómodos, nos rasgamos las vestiduras por cualquier cosa, hablamos con ligereza del franquismo y olvidamos que los totalitarismos son algo muy serio.

- ¿Hay mucho mito?

-Sí, hay una épica positiva, también una negativa. Es fácil que los relatos se hagan simplistas y maniqueos. La complejidad sólo podría explicarse a través de obras complejas, porque el panorama era multicolor. Cualquier épica es demasiado reduccionista. "Literatura Universal" es un granito más en las diferentes perspectivas sobre la épica. Pero lo que más me interesa es la forma que le he dado, exuberante, con citas y trampantojos narrativos, porque la época era así, muy exuberante. La génesis de todo está en un libro sobre los primeros signos de escritura sumerios, de 4.000 años antes de Cristo. En uno de esos fragmentos está la exhortación a un joven que perdía el tiempo bebiendo con los amigos. Coño, es el botellón. Y pensé: ¿Se puede describir un grupo de punk rock buscando versos de Homero? Empecé a buscar fragmentos y las piezas empezaron a estar en su sitio.

- ¿Se siente catalán? ¿Qué bandera cuelga de su ventana?

-Odio las banderas, todas. Me parecen nefastas. Cuando veo a un montón de mis paisanos que desean desfilar tras una bandera siguiendo a un señor con un tambor... a mi cerebro le parece absurdo. Yo he nacido en un territorio que se llama Cataluña, y tengo claro que soy humano. Pero da igual ser catalán que español, porque es lo mismo. Lo más español que se ha hecho en este trimestre lo ha hecho Puigdemont, cuando llegó tarde a su momento histórico. Estoy absolutamente de acuerdo con "Les Luthiers" en que bajo todo separatismo se esconde la xenofobia. Light, si quieres. Disimulada. E incluso desconocida por quienes la practican. Pero xenofobia.

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