"Pipo" tiene una nueva vida y todo apunta a que es muy mucho mejor que la de antes. Cuando pasea por Las Vegas, junto a las hermanas Carmen y Begoña Muñiz, muchos vecinos ya lo conocen: "¿Es el perro de la huerta?". Sí, lo es. "Pipo" es el perro que apareció abandonado a las afueras de la localidad junto a una pastora alemana y al que acogieron en la huerta de su madre dos vecinas que no encontraron otra solución para evitar que los animales causaran más daños -habían matado a una treintena de gallinas? y, sobre todo, porque querían ayudarles a sobrevivir.

Ahora solo queda "Pipo" y vive en casa con Carmen Muñiz desde que su inseparable amiga, la pastora alemana, muriera envenenada en el recinto hace unas semanas. "No podías separarlo de ella, él no dejaba de seguirla; si ella ladraba, él ladraba, aunque no supiera muy bien a qué...", comentan las hermanas. Ellas sospechaban que había gente que no estaba contenta con que los perros estuvieran en ese lugar -"temíamos por su vida"- y sus sospechas se confirmaron cuando murió la hembra, así que decidieron llevar a "Pipo" a casa para que no corriera la misma suerte.

El perro es muy asustadizo, aunque solo con la gente. Con los de su especie se lleva a las mil maravillas, juega e interactúa como cualquier perro. "Debió llevar muchos palos. Hasta que no murió la perra, no pudimos cogerlo, y cuando lo conseguimos fue porque se acercó a nuestro otro perro, 'Pongo'. Al no estar la perra, sabíamos que podría escaparse y no volveríamos a saber de él, así que teníamos que conseguirlo como fuera", explica Begoña Muñiz.

Ahí empezó la recuperación de "Pipo". "A nuestra madre la adora, cuando la ve se pone muy contento y se le acerca, se le sube... La reacción de cualquier perro cuando ve a su dueño", señalan. Con Carmen Muñiz la reacción es parecida y con su hermana, al menos, está tranquilo. "Con el resto de la gente, aún sospecha, pero ya está mucho mejor", afirman. Y es que en los primeros días en casa, "Pipo" se pasaba el día debajo de una silla, a cubierto. "Salía cuando todo el mundo se iba a la cama y comía a escondidas", relatan.

Ahora tiene un hermano adoptivo, "Pongo", aquel que propició que pudieran cogerlo por primera vez. "Le pasa algo parecido que con la pastora, cuando ve que Pongo hace algo, 'Pipo' lo imita", comentan. Eso sí, tiene muy buen comer, mucho mejor que "Pongo". "Come de todo, yo creo que antes comía de lo que le daba la gente por ahí, porque le encantan cosas como las patatas fritas de bolsa. Pongo es mucho más exquisito", explica Carmen Muñiz, sonriente.

La historia de "Pongo" también es una muestra del abandono, ya que lo encontraron en un contenedor cuando solo era un cachorro. Algunos gatos, dos tortugas y un canario completan la familia. Desde el Ayuntamiento alegan que no tenían constancia oficial de la aparición de los perros, pero las hermanas insisten que es muy difícil que no lo supieran. "La ordenanza dice que el Ayuntamiento tiene que ocuparse de ellos. Denunciamos a la Policía que habían aparecido y matado a las gallinas, estuvieron aquí, y volvimos a llamar a los municipales cuando envenenaron a la perra. Además, hicimos decenas de llamadas a la Policía y al concejal de Seguridad", sostienen.

Esta semana han pasado por registro algunos de los gastos de la recogida del perro. Desparasitar el animal, ponerle el chip, castrarlo, son algunas de las cosas de las que se tiene que hacer cargo el responsable de la recogida del animal, que en este caso debería haber sido el Consistorio. "No teníamos intención de pasar los gastos, por eso, no tenemos todas las facturas. Pero cuando hablamos con el Alcalde, en el último Pleno, nos instó a que lo hiciéramos", explican las hermanas, que ya llevaron a cabo el trámite.

Begoña y Carmen Muñiz aún lamentan la muerte de la pastora alemana. "Tengo todavía un nudo en la garganta por no haber podido hacer algo más por ella. Era muy cariñosa con las personas, siempre te venía a recibir, justo al revés de lo que le pasaba a 'Pipo'", relata Begoña Muñiz.

Por el momento, se puede decir que el perro está en acogida. "Lo primero es que se ponga bien, que no tema a la gente y, luego, si encontramos a alguien que sepamos que le va a tratar bien, que estemos seguras, nos plantearemos que lo adopte. Parece que lo ha pasado tan mal, que no queremos dar un paso en falso", sostienen las hermanas.