El barco arrastrero gallego "Loremar", uno de los que suele vender sus capturas en la rula de Avilés, desembarcó ayer de tarde una insólita "pesquería" que, además de expectación, desató todo tipo de especulaciones sobre su naturaleza. A simple vista, estaba claro que la "pieza" era un hueso; lo que resultó más complejo de determinar fue de qué animal y de qué parte del mismo.

La suposición de que se trataba de una costilla de ballena tuvo inicialmente mucho crédito, pero finalmente la opinión experta del biólogo Luis Laria, así como la de otros conocedores de la fauna del Cantábrico, despejó todas las dudas: se trata de una hemimandíbula de rorcual adulto, más en concreto uno de los dos huesos inferiores de la gran boca de un mamífero que se suele confundir con las ballenas y que es el segundo cetáceo más grande conocido después de la ballena azul: mide de 20 a 25 metros de longitud y pesa más de 30.000 kilos.

El patrón del "Loremar", Juan Antonio Vázquez, explicó que la "captura" del botín óseo se produjo en aguas del cañón de Avilés, a unas 15 millas de la costa y a una profundidad de 120 brazas. La tripulación del barco había largado los aparejos, como todos los días, con la esperanza de llenarlo de pescado variado y lo que subieron a bordo les dejó "asombrado". Vázquez comentó que en sus años como patrón ha pescado de todo -"basura variada, bidones, hierros y hasta troncos de árboles"-, pero que nunca se había dado el caso de ver dentro de la red un hueso del tamaño del que ayer trajeron a puerto.

La pieza mide aproximadamente 3,5 metros de largo y pesa unos 120 kilos. Según las apreciaciones realizadas en el muelle, perteneció a un animal muerto hace menos de un año dado que aún conserva restos de grasa y su olor denota que prosigue la descomposición orgánica. "Cuando un rorcual muere, su cuerpo va al fondo y es fácil imaginar el festín que suponen sus miles de kilos de carne para otros animales marinos", señaló Luis Laria, responsables de la Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas (Cepesma).

Junto al resto de la mandíbula, la tripulación del "Loremar" también halló en el copo de la red una vértebra presuntamente del mismo animal. "Seguro que la red pasó por encima del esqueleto del cetáceo y enganchó estos dos huesos como pudo haber cogido la osamenta entera, si es que no está ya toda desperdigada por el fondo del mar", comentó el patrón del barco arrastrero.

Tras la expectación generada por el curioso desembarco, los responsables de la rula de Avilés decidieron llamar al Instituto Oceanográfico de Gijón para donar los huesos -mandíbula y vértebra-, ofrecimiento que fue aceptado. Aún quedó tiempo para que más de uno se fotografiara con la pieza y para hacer chascarrillos: "De un chicharro no es, desde luego", bromeó uno de los curiosos que se acercó a calibrar la naturaleza del hueso.