El ataque de una plaga de termitas tiene en vilo a la feligresía de Sabugo, cuya iglesia de Santo Tomás de Cantorbery corre el peligro de sufrir daños cuantiosos si la infestación no puede ser parada a tiempo. Literalmente, las termitas ya se están comiendo las vigas del tejado y también han sido detectadas en la sacristía, en algunos bancos, en el retablo del altar mayor y también en las maderas ocultas a la vista que conforman la estructura de las naves laterales del templo. Básicamente, y por precaución, no se da por sentado la ausencia de termitas en ningún elemento de madera de la iglesia, ni siquiera en el flamante órgano de roble inaugurado hace siete años.

"El problema es serio, pero afortunadamente parece que estamos a tiempo de solucionarlo", asegura el párroco de Santo Tomás, Reinerio Rodríguez, "Neyo", que apenas lleva unas semanas en el cargo y ya tiene una preocupación para quitarle el sueño. Los rectores de la popular "catedralina" de Avilés -así conocida por su tamaño y por su planta basilical- contrataron a una empresa especialista en tratamiento de la madera contra agentes xilófagos en cuanto percibieron la gravedad de la plaga de termitas. El informe de los técnicos no deja lugar a dudas: hace falta iniciar un tratamiento que durará unos cinco años y que tendrá un coste de, como mínimo, 30.000 euros de los cuales 20.000 han de ser desembolsados a corto plazo. "Para pagar el tratamiento tenemos previsto hacer un par de colectas extraordinarias y usar parte de los fondos de la colecta dominical", explica el párroco.

La creencia de los profesionales en la lucha contra las termitas es que estos indeseables insectos tienen colonias en el subsuelo de Sabugo y en alguna de sus incursiones en busca de alimento, madera fundamentalmente pero en general cualquier fuente de celulosa, recalaron en la iglesia habiendo llegado ya al nivel del techo, donde hay toneladas de "comida" a su disposición. La evidencia de esto es la presencia de enjambres de termitas cerca de las bóvedas y visibles sin ningún esfuerzo desde el suelo.

Los trabajos de desinsectación ya han empezado y con ellos se ha hecho necesario levantar pisos de madera, retirar polvo y escombros acumulados en los huecos de la construcción sobre las bóvedas durante décadas y hacer catas para determinar las zonas con mayor presencia de termitas. En los próximos días, la empresa contratada para eliminar la plaga colocará cebos para atrapar a los bichos, aparte de otras intervenciones específicas que, según el párroco, "son inocuas para la salud de la gente". La previsión de los trabajos excluye la posibilidad de tener que cerrar el templo para combatir la plaga.

La presencia de termitas se ve favorecida por la humedad, la existencia de madera vieja y un subsuelo poroso, tres condiciones que se dan en abundancia en el barrio de Sabugo.