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PURIFICACIÓN GONZÁLEZ | PINTORA Y JUBILADA DE ENSIDESA

La decana avilesina de los pinceles

A sus 88 años, la artista expone en Artes y Oficios su primera colección de pinturas

La pintora Purificación González, en Artes y Oficios. MARA VILLAMUZA

- Usted, ¿cuándo empezó a pintar?

- Yo nací pintando.

Purificación González nació -"pintando" dice ella- hace 88 años. Natural de Cuérigo, una aldea del concejo de Aller, la hoy artista octogenaria vino a vivir a Avilés antes de cumplir la treintena, cuando la contrataron de mecanógrafa en Ensidesa. "Por aquellos años, una mujer solo podía trabajar de eso o de limpiadora", asegura. Después, consiguió ascender en el escalafón de la empresa hasta su jubilación, hace, calcula, unos 15 años. Hace unos 40 supo de la existencia de la Escuela de Artes y Oficios. Aprendió a pintar con óleo, a trabajar la torsión de los cuerpos, los retratos, los paisajes y los bodegones. Y esta semana, por fin, inauguró su primera exposición pictórica en solitario, que se podrá visitar en el vestíbulo de la escuela hasta finales de mes.

González sale de la puerta trasera de un taxi, que gira en redondo en la plaza de Domínguez Álvarez Acebal. Asoma, primero, su bastón con empuñadura verde. Se baja, ella, después. Dice que antes venía siempre andando a Artes y Oficios, pero que ahora "los achaques" la obligan a desplazarse en coche. Entra en la escuela ataviada con un abrigo azul, pendientes de mineral a juego y un anillo de oro en el dedo anular izquierdo que no significa nada:

-¿Está usted casada?

-Nadie me quiso nunca tanto como para eso -, sonríe.

Sin marido, hijos o hermanos, la artista vive sola en el número 16 de la calle Suárez del Villar. Así desde los 28 años, cuando emigró de Cuérigo y se asentó en la ciudad para trabajar de mecanógrafa en Ensidesa. Tras tres o cuatro años de tecleo y burocracia "aburridísima", sacó la sexta plaza de unas oposiciones de administrativo. En su convocatoria había 70 aspirantes para 20 puestos. Pero agita la mano, negando el halago. "No, no. El mérito sería si hubiese entrado la primera, bastante me costó sacar la sexta", asegura.

Concilió, de pequeña, sus estudios con el trabajo. "A partir de los 15 años, yo vi que quería seguir estudiando y para pagármelos, que en mi casa nunca hubo gran bonanza, me hice señorita de compañía. Bueno, niñera. No sé muy bien por qué, me dicen que hablar de señorita ahora está mal visto", relata.

También concilió, de mayor, el trabajo con la pintura. "Yo nací pintando, me gustaba mucho dibujar. Pero hasta que no tuve trabajo y viene a la Escuela no me puse a pintar, digamos, en serio. Que sigo sin creer que yo pinte en serio pero, bueno, nunca había hecho una exposición yo sola", explica. Vuelve a espantar el cumplido con la mano. "Yo tenía todos estos cuadros en casa y Favila me animó a exponerlos. Ni siquiera me esperaba que a la gente les gustasen. Soy la primera sorprendida", asegura. Se topó "un buen día" con una noticia en el periódico que informaba de una clase en la Escuela de Artes y Oficios. "Yo no sabía ni que existía; me dije: ¡si esto es lo que quiero hacer yo!", exclama.

La pintora sonríe candorosa ante cada mención de su aldea natal. "Cuérigo es una aldea preciosa, vuelvo todos los veranos. Mira que llevo años viviendo en Avilés, y me encanta, pero yo a mi pueblo no lo cambio por nada", remarca. El paisaje rural de su aldea es, precisamente, el protagonista absoluto de su exposición, que lleva su nombre por título. La muestra está formada por 24 cuadros. O 25 menos uno. "Organizando todo esto se nos cayó una pintura al suelo y rompió el marco", lamenta.

De niña, en Cuérigo, González recuerda que no paraba de leer. "Me reñían por leer tanto. Leía todo lo que pillaba. Mi tío tenía una biblioteca enorme llena de libros, aunque algunos no eran adecuados para que los leyese yo, a mi edad", reconoce. En cuanto sale a colación el tema literario, González recita, de memoria, la introducción de la obra clásica de Juan Ramón Jiménez. "Lo llamo dulcemente: ¿'Platero'?, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal.... ¡Qué maravilla de libro! ¡Me lo sabía de memoria!", asegura. La historia del pequeño burro que se diría entero de algodón le hizo estar convencida, durante toda su infancia, de querer ser profesora. "Yo quería enseñar a otros niños la historia de 'Platero'. Mis amigas querían jugar a mamás y papás, a limpiar y a cocinar, pero yo quería trabajar en una escuela, mandar deberes, esas cosas". Al final, acabó en Ensidesa. "Y mira que mi madre me decía que estudiase Corte y Confección. Sí, ¡claro! Yo quería estudiar en serio, hacer cosas importantes", asegura.

Durante la mayor parte de estas cuatro décadas como alumna - exceptuando el cierre de la escuela entre los años 1986 y 1996 por un incendio-, su profesor ha sido Amado González Hevia, conocido artísticamente como Favila. "Es un gran profesor, con él lo aprendí casi todo", asegura. El profesor, por su parte, destaca la "sinceridad" de la pintura de Purificación González. "Es una alumna especial. Plasma los paisajes de su pueblo con una honestidad que engancha. Ésa es su mayor ventaja, aunque se desenvuelve en cualquier registro artístico", asegura.

Es la alumna más veterana de la escuela. Y la más tenaz. "La veías venir todos los días caminando desde su casa, que está a un buen trecho, fuese verano o invierno. Ahora viene cada vez más en taxi, pero aquí sigue. Pintar es su vida. Y para nosotros es un placer que, pudiendo pintar en su casa, venga siempre a la escuela", destaca Alberto Huskin, director de Artes y Oficios.

A González, sentada en uno de los bancos del vestíbulo de la Escuela de Artes y Oficios, los visitantes de la exposición "Cuérigo" la interrumpen con frecuencia. Ella agradece con timidez los comentarios, aunque en voz baja confiesa: "Están todos un poco locos, ¿no crees? No me parece para tanto". Uno de estos espectadores le pregunta por su preferencia temática a la hora de pintar. Ella señala con el dedo uno de los cuadros expuestos, que luce un cerezo allerano en flor, torcido y rosa, con los campos verdes de primavera como fondo. "A mí me gusta eso, yo siempre pinto eso que ves ahí", resume, con el dedo alzado.

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