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El jabalí más escurridizo está en Gozón

La campaña excepcional para cazar suidos, con una sola pieza de momento, llena el concejo de aficionados

Los cazadores conversan en el bar. M. VILLAMUZA

Mediodía del viernes. En el bar de Faraguyes suena un walki-talki que avisa del hallazgo de huellas de jabalí en Budores (Verdicio). Los cazadores están en alerta y algunos acuden al Alto de Simancas, en Verdicio. A ese lugar, llegan Tomás Pravos y Álvaro López. Caminan junto a "Mayu", el perro que se ha percatado del rastro del animal. "Debe pesar unos setenta kilos", señala López. Han visto la huella, pero no conocen su paradero. "Dicen que en Gozón hay pocos jabalíes, pero hay más de los que se piensa", indica Diego Ovies, Perucho. Este año han campado a sus anchas, han destrozado cultivos y han generado las pertinentes quejas de los ganaderos. De ahí que el Principado haya permitido cazarlos unos pocos días al mes en el territorio municipal, una medida excepcional. De momento, sólo ha caído uno.

Algunos cazadores madrugan para ir con sus perros de rastreo con el fin de localizar las huellas de los suidos. Salen a patear los montes a las 08.00 de la mañana. El resto, permanece en el bar de Faraguyes esperando una llamada por walki-talki. En el local, conversan y debaten sobre caza en general: sobre arceas, raposos y otras especies cinegéticas. "En Carreño, hay más jabalíes que aquí", señala Jesús Rodríguez, Cazonera, el más veterano de los cazadores, con 80 años. "Llevo en esto desde niño, es mi afición", añade. Mientras tanto, el guarda del coto, Francisco Manuel Álvarez, anota en un folio los inscritos en la jornada del pasado viernes. "Hay nueve apuntado, hay margen entre ocho y veinticinco", destaca.

La lluvia caída dificulta el hallazgo de las huellas de jabalí, aún así los rastreadores siguen adelante. Patean Budores, la zona de Faraguyes y Dominguín, en Santolaya. "Hay otros en Cardo", destaca Santiago Viña, que camina por el monte junto a su perro "Yaki" por un eupcalital próximo al Alto de Simancas.

En el bar de Faraguyes, continúan las conversaciones y hay quien lamenta que la jornada vaya a quedar en blanco. No se equivoca. La lluvia caída horas antes no era buen presagio.

Johana García es la única mujer cazadora. "Los paisanos son un poco quejones, a veces, es complicado", explica, mientras muestra su escopeta. Confía en tener la misma suerte que hace dos semanas, cuando consiguió atinar con el único jabalí que se ha cazado en Gozón desde que se abrió el coto a la caza mayor. Va acompañada de Isaac Granda, que también muestra el arma y las balas con las que, momentos después, espera conseguir alcanzar a su presa. Ningún aficionado llegó a usar las escopetas porque tampoco consiguieron cercar al jabalí. "No solo dejó huellas en Budores", comenta Santiago Viña. "Pero debía ser el mismo, un animal de unos setenta kilos", añade. Pasan las horas y la jornada se complica. No hay avances.

"Cuando el jabalí ya está localizado, cada cazador se coloca en una zona, cada uno en su puesto y se suelta a los perros para que lo saquen a la vista, en ese momento es cuando hay que tirar a dar", señala "Cazonera". "Hay que guardar silencio, los animales oyen muy bien", añade el guarda del coto. Otros comentan que hace varios días, los vecinos vieron a diecisiete jabalíes, dos madres recién paridas y varios rayones. Los cazadores tampoco los pudieron apresar.

Son sigilosos, se suelen esconder y, de vez en cuando, alcanzan las tierras cultivadas y las atacan. Lo explica Juan Fernández, Juan de Viñes, que además es ganadero en San Jorge de Heres: "Más que comer, lo que hacen es estropear las tierras". Servando Casas también porta un walki-talki y se animó a pasear por una prao en Simancas para ver si veía algún rastro. Se quedó como estaba. Ahora, todos los cazadores piensan en la jornada del próximo viernes y esperan que sea más fructífera para así dar con un jabalí y si se da el caso, organizar una comida popular.

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