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La avilesina que mueve los hilos corsarios

Aurelia Riesco, que trabajó en París para Dior, pertenece a una cofradía gastronómica que honra a los antiguos navegantes galos

Aurelia Riesco y Francis Gelos, en el parque del Muelle. Mara Villamuza

Cuando el corsario galo Francis Gelos vio por primera vez a la avilesina Aurelia Riesco en San Juan de la Luz, hace más de una década, le aseguró: "Tú serás mi mujer". Hoy, el feliz matrimonio es miembro de la Cofradía de los Corsarios Vascos, un colectivo gastronómico que hace homenaje a la historia francesa vistiéndose de corsarios en todos los eventos a los que acuden.

Riesco nació en Miranda, pero siendo muy joven viajó con tres de sus amigas a París. "Eran los años 70, aquí no había trabajo para nadie. Llegué a Francia sin saber muy bien qué hacer. Un día, descubrí la moda", explica. Después de coser durante sus primeros años en varios pequeños talleres, su talento le hizo escalar puestos hasta llegar al mundo de la alta costura. Sus manos han cosido colecciones privadas para gente del renombre de Nina Ricci o Christian Dior. "En París, el mundo de la moda es muy importante y muy sonado. Tuve un gran futuro con el que ni siquiera soñaba en Avilés", asegura.

En un viaje al País Vasco, conoció a Gelos. "Gracias a Francia me metí en el mundo de las cofradías gastronómicas, no tenía ni idea de qué eran o para qué servían", reconoce. Su marido, pese a sus intentos de hablar en castellano, debe recurrir a la traducción espontánea de su esposa. Así resume la historia de su cofradía. "Hace más de cuarenta años, un grupo de 20 amigos decidimos crear un colectivo que difundiese la cultura gastronómica de nuestra ciudad y su historia, que no se explica sin los corsarios. Hoy, muchos de mis compañeros han fallecido, pero seguimos en activo más de 30", asegura.

Francis Gelos, además de fundador corsario, pertenece a la quinta generación de una conocida familia francesa de arquitectos paisajistas. "Mi abuelo fue un hombre muy afamado, fue el urbanista de la gran nobleza de Madrid", asegura. Él dedicó también toda su vida laboral al diseño de jardines para la flor y nata burguesa de la capital. Ahora, reside con su mujer en Bidart, población de San Juan de Luz, aunque viajan casi todos los meses a la comarca avilesina. "Tenemos muchos eventos gastronómicos aquí, en el Yumay, y también fuera, como en Gijón o en Cangas de Onís. Asturias tiene una tradición muy rica", explica Riesco.

Los corsarios celebran su fiesta gastronómica el último domingo de cada septiembre. Para ello, se visten de gala con una camisa blanca decorada con el escudo corsario. Por encima, una americana azul marino y una gran capa negra, a juego con sus pantalones y zapatos oscuros. Y un gran sombrero de tres picos con una pluma lateral corona el traje. El uniforme es idéntico para todos los miembros de la cofradía, independientemente del género. Los trajes del matrimonio, como era de esperar, se confeccionan gracias a las manos expertas de la avilesina.

La fiesta gastronómica de este colectivo comienza con un viaje en barco a alta mar, donde tiran una corona de flores en homenaje a los marineros franceses fallecidos. A su regreso, celebran un misa en la gran iglesia del pueblo, que tiene un aforo para más de 1.300 personas. "Viene todo el mundo, cada uno con su traje y con sus flores. Es la fecha más importante de nuestro calendario", asegura Riesco. Tras la misa, conocida por un baile frente al altar en el que los niños del pueblo alzan sus espadas en homenaje y respeto a los corsarios, se coloca otra corona floral en un monumento de la zona que tiene grabados los nombres de todos los marineros fallecidos.

Es difícil frenar a Gelos cuando empieza a relatar esta tradicional fiesta francesa. "Los corsarios son un capítulo fundamental para España. Os dieron muchos golpes. Boicoteaban los barcos que venían del sur de América con oro y plata, destruían los buques españoles e ingleses en alta mar. Nadie podía con ellos, eran los más temidos", asegura. El tratado de paz se firmó con una boda. "Luis XIV, harto de tanta guerra, prometió dejar de atacar a vuestro país a cambio de casarse con la infanta de España María Teresa de Austria, hija del rey español Felipe IV", apunta. La valentía de los corsarios, no obstante, no tiene nada que ver con la de los piratas. "Los piratas robaban para ellos, eran codiciosos. Los corsarios eran luchadores del rey, eran como sus militares. Le daban una comisión importante de todo lo recaudado", asegura.

¿Y qué tiene que ver un corsario con un cofrade gastronómico? "Nada", reconoce Gelos. "Pero las cofradías, por lo general, apuestan por vestimentas llamativas y que representen de alguna forma su lugar de origen", explica. "A un francés le sorprende la forma de vestir en Asturias. Para nosotros, el traje corsario es una tradición. Lo que es incuestionable es que nuestras dos historias están muy relacionadas", concluye.

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