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El luto perenne de la comunidad dominicana

Los inmigrantes del país caribeño han despedido en tres años a dos hermanos muertos en un viaje, a una ahogada en Salinas y ahora a Daniel Capellán

Daniel Capellán. RICARDO SOLÍS

Las decenas de dominicanos afincados en Avilés, más otros llegados de diferentes partes de Asturias, que la tarde del pasado lunes asistieron a las honras fúnebres de Daniel Capellán Castillo en la iglesia "grande" de Sabugo también trajeron a sus cabezas en tan triste momento a los otros tres compatriotas a los que despidieron en la flor de la vida y en el lapso de apenas tres años: los hermanos Liandy Yuliza y Luis Enrique Valerio Martínez, ambos fallecidos en el transcurso de sendos viajes a su país natal, la República Dominicana, y Ángela Massiel Martínez de la Rosa, ahogada en la playa de Salinas en julio de 2015.

La muerte acuchillado de Daniel Capellán Castillo viene a prolongar una racha trágica que tiene sumida en el luto perenne a la comunidad dominicana de Avilés, un colectivo formado por unas doscientas personas que mantiene un contacto estrecho entre sus miembros y que funciona como una gran familia: todos se conocen y todos se ayudan en la medida de sus posibilidades. El dolor de uno es el dolor de todos. Por eso, las expresiones de duelo presentes reabren heridas del pasado.

Los primeros varapalos llegaron de forma consecutiva hace tres años y con apenas unos meses de diferencia. Los hermanos Liandy Yuliza y Luis Enrique Valerio Martínez murieron en la República Dominicana durante sendas estancias vacacionales. La primera contaba 18 años y estaba embarazada; al parecer contrajo una enfermedad que le arrebató la vida.

Su hermano falleció a la edad de 25 años mientras recibía asistencia médica en el hospital Ramón Adriano Villalona del sector La Bomba de Loma de Cabrera a consecuencia de traumas craneo-encefálicos severos y la fractura de la base del cráneo que le causó un accidente de moto. Según el parte policial del que en su día se hicieron eco los medios dominicanos, Luis Enrique Valerio Martínez perdió el control de la motocicleta que pilotaba, la cual se deslizó y acabó estrellándose contra un poste de tendido eléctrico.

Ambos hermanos muertos fueron durante un tiempo, el que duró la relación sentimental, "cuñados" de la víctima del crimen de Llaranes, pues Daniel Capellán Castillo comparte una hija con Alba Karina Valerio Martínez, hermana de los difuntos.

Aún se lloraba la doble desgracia de la familia Valerio Martínez cuando una tarde de verano se volvió aciaga en la playa de Salinas para los dominicanos afincados en la comarca. Ángela Massiel Martínez de la Rosa, de 31 años, se estaba dando un baño con otros cinco amigos en la playa de Salinas cuando el oleaje los envolvió y los puso en serios apuros. Todos ellos tuvieron que se rescatados, si bien el auxilio llegó tarde para Martínez de la Rosa, que perdió la vida dejando huérfanos a dos hijos de 14 y 4 años, residentes entonces en la República Dominicana, y otra más de 6 años que vivía en Avilés con su madre.

"No dejamos de llorar a seres queridos", lamentaba un dominicano de riguroso luto a la puerta del templo de Sabugo mientras el cuerpo sin vida de Daniel Capellán, el último miembro de la comunidad dominicana de Avilés despedido a edad temprana, era introducido en la funeraria para su entierro en La Carriona.

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