Profesor, director de teatro y ópera, José Carlos Plaza es miembro de la Academia de las Artes Escénicas de España, ha dirigido más de un centenar de obras y recibido, entre otros, el Premio Nacional de Teatro. Mañana estará en Avilés para participar junto a la actriz Lola Herrera en un coloquio sobre el último cuarto de siglo del teatro con motivo del 25.º aniversario de la reapertura del Palacio Valdés. Será a las 20.15 horas en el propio coliseo avilesino.
- Ha visitado el Palacio Valdés en numerosas ocasiones. ¿Cuál cree que ha sido el cambio más notable de este teatro en los últimos 25 años?
-El teatro ha sabido mantener el color y la belleza de la tradición y evolucionó en la parte técnica y humana, cada vez hay mejores profesionales. En cuanto a la programación, es la más rica del país; casi todo lo que se presenta pasa por el Valdés. En Madrid es un sueño poder visitar Avilés, y a ello ha contribuido la dirección del teatro, que ha abierto los brazos de manera inteligente y generosa para que todos los de fuera podamos acudir a preparar un estreno; no recibimos más que cariño y afecto.
- En España se ha producido una eclosión de nuevos espacios escénicos. ¿Qué le parecen?
-En Madrid han sido un boom. Creo que este sistema de salas pequeñas es una forma de autoexplotación; la gente que no tiene salidas limpias y claras se recluye en estos espacios mínimos donde hay actores que trabajan todos los días de semana, dos funciones diarias, y no creo que con muchos beneficios. Por lo tanto, no sé si tal proliferación es buena.
- ¿La figura del director también ha cambiado en estos años, cree que se han extinguido aquellos "directores estrella"?
-El director ocupa un lugar en el teatro, y no es el mayor ni el más importante, es el que le pertenece dentro del equipo. Por eso es bueno que decaiga un poco ese protagonismo y vengan más equipos.
- Cada vez es más habitual el trasvase de actores a directores, y viceversa. ¿Beneficia a la función?
-El trabajo de director requiere las 24 horas del día, su labor es muy dura, muy fuerte y muy difícil, por lo que no me parece bueno que los actores se metan a dirigir, y viceversa.
- ¿Cruzó usted alguna vez esa línea?
-Cuando era joven quería ser actor, me daban envidia, y antes de los años ochenta hice dos funciones. Consideraba que debía conocer esa faceta y lo hice, probé, pero nunca más.
- ¿Un director se tiene que poner en la piel del actor?
-El director tiene que conocer el alma del actor, sus problemas y sus debilidades
- ¿Y le ha tentado alguna vez hacer cine o televisión?
-Nunca, son lenguajes muy diferentes al del teatro, que me atrapa las 24 horas del día; no tengo capacidad humana para embarcarme en más.
- ¿Qué criterios sigue para elegir una obra y decidir llevarla al escenario?
-Que sea dramaturgia buena, llena de conflictos, que las emociones sean verdades.
- ¿Se inclina más por las obras clásicas o por las contemporáneas?
-Depende del momento, tanto del mío propio como del de la sociedad. Lo que busco y pretendo es que hablen de problemas que nos afectan.
- ¿Comedia o drama?
-Ambas, siempre y cuando sean buenas.
- Ha trabajado en varias ocasiones con Concha Velasco, ¿es una de sus actrices favoritas?
-Es cercana y amiga.Tengo muchas actrices favoritas; Concha es una grande y es un placer, un honor y una carta segura como actriz, pero también he realizado muchos y excelentes trabajos con Ana Belén, Lola Herrera, Charo López... En España hay muy buenos actores, mujeres y también hombres, quizá porque es un país muy apasionado, somos muy comprometidos.
- Precisamente con algunas de sus actrices favoritas ha hecho varias tragedias griegas. ¿Cree que el teatro contemporáneo bebe de esas grandes historias?
-Bebe y debe beber.